Real Madrid
Y volver
Por fax o por nefas, De Gea continúa en el Manchester United y Keylor, en el Madrid. Romance a tres bandas, con un involuntario cuclillo de origen costarricense y la última entrega por escribir. En esta novela, los 18 capítulos del Ulises de James Joyce parecen pocos. Es la historia interminable y quién sabe si tan plomiza como el libro del irlandés –Alfonso Ussía dixit–. El portero titular de España no cerró la puerta al Madrid ni cuando, deprisa y corriendo, tuvo que buscar otro domicilio porque había entregado las llaves al casero anterior. Fue cuando Edurne le endilgó a su hermano, es decir, el cuñado del cancerbero, para que ejerciera de mayordomo, vigilante y guardaespaldas. No perdió la esperanza de entonar el «volver, volver, volver» ni siquiera cuando renovó con el MU, que insiste con una montaña de dinero sólo al alcance de los elegidos. Conserva David la esperanza de adueñarse de la portería del Bernabéu. Ni renuncia al sueño blanco, ni le distraen las gestiones con Kepa, ni le conmueven los esfuerzos de su club por retenerlo. La afición le venera, Mourinho le ensalza –¡ojito con Mou, que se cargó a Casillas después de nombrarle el mejor del mundo!– y los dueños quieren mantenerle a razón de «una cantidad indecente» («Pretty Woman»): ¡387.000 euros semanales! (20.124.000 anuales). Sudores fríos que otros sueldos de otros privilegiados atemperan. De Gea confía en que esta vez el fax no chafe el traslado a Madrid y sólo mira de reojo la oferta del United, que es tan tentadora que le situaría casi a la altura de Cristiano Ronaldo (23 millones) y entre los jugadores mejor pagados del mundo, pero muy por detrás de Messi (46) y Neymar (36), los dos futbolistas «top», con quienes, por cierto, «CR» pretende ser equiparado.
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