María José Navarro
Yo, Leonor
Que si me dejáis que me vaya a Calpe que me ha invitado la madre de Richar al apartamento. Para qué queremos más. Altibajos puso cara de estar mordiendo un limón y mi padre frenó en seco y se quedó como disecado. Cariño, ya te hemos explicado que por muy atentos que sean los papás de Ricardo no puedes aceptar. Ése es mi padre. Que si cómo se te ocurre, que quién es ese Richar, que seguro que es un bandarra, que tú lo que necesitas es que te atemos en corto, que ni hablar del peluquín. Y ésa, mi madre. Total, que me veo pasando las vacaciones aquí encerrada mientras ellos se van de gira por los pueblos a ver a los españoles. Con lo bien que se iba en aquel barcazo que teníamos en Mallorca, que este año podía yo ya lucir tipín, todo el día con el pelo suelto a golpe de melenón, yate para arriba, yate para abajo. Qué asco de austeridad, de verdad. Dos meses enteros me iba yo al barco. Dos. Y me quedaba tan pancha. Pues no. Si es que de estas cosas solo entiende el tito Iñaki y mira la que le han montado. A ver si dejan suelto los fines de semana al primo Pipe y viene y la lía porque esto es que es un aburrimiento. Ya se lo he dicho a mi madre: Voy a acabar deseando estar en ese internado yo también. Y ella me ha dicho que el mío va a ser inglés, con dos doberman en la puerta y que ni dejan salir los sábados ni nada. Reina Felicidad, le dijo el filipino de la Cruz Roja. Sí. Reina Bronca Monumental.
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