María José Navarro
Yo, Leonor
Me aburro como una perra. Vds no saben lo que es vivir en esta casa. Todo ordenado, los baños limpios, un padre que no da una voz y que baja siempre la tapa, una madre que no se permite un fallito, una hermana que me adora, que besa por donde piso y que me tiene de modelo. Y así paso los días, sin un sobresalto que llevarme a la boca. Nos falta cantar «Sonrisas y lágrimas» nada más y ya nos dan un premio a la familia pastel del año. Menos mal. Menos mal, ¿eh? que siempre está el abuelo al quite para darle a esto un poquito de gracia. Cuando menos te lo esperas, zas, aparece sacando los pies del tiesto. Es que es muy salao y campechanote. ¡Beverly Hills! ¿Cómo se les ha quedao el cuerpo, gentecilla? Ahí se ha ido el tío a pasar las Navidades y yo aquí, firmando la foto oficial y yendo a un cuenta cuentos. Hay ostras con más vida social. Bueno, pues han salido fotos del abuelo en un pedazo de garito de esos que te cuesta el menú un disgusto y enseguida el pueblo malmetiendo. ¿Qué quieren Vds? Si África es mejor que no la pise, ¿no tendrá que buscar el hombre nuevos continentes? ¿No tiene derecho acaso a visitar países donde su hija mediana no sea portada? Especifico que la mediana se llama Cristina y no Ingrid, que les veo venir. Lo de Vds es muy jevi, no están contentos nunca, caracoles. «Madre, ¿puedo traer a casa a Monedero y sacarle unos berberechos? Si ha ido a la de Carmen Lomana, ¿no somos nostros dignos de su presencia?». Me voy, que tengo hot yoga.
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