María José Navarro
Yo, Leonor
He llamado a los primos de Suiza. No me pregunten Vds cómo se llama cada uno de ellos porque no los distingo entre sí. Yo sé que son cuatro y uno es una nena, pero no me pidan más detalles porque yo no puedo estar a todo y menos con esa gente que son fotocopias. Bueno, el caso es que he llamado. «¿Está el primo, con perdón?». Y se ha puesto uno. No sabría decirles cuál, pero se me ha puesto al teléfono uno de los primos rubios esos. «Oyes, una cosa te voy a decir: no estéis preocupados. Aún hay esperanza. Mira Julián Muñoz, que va a estar un ratillo en la cárcel». Me ha pillado mi madre. No ha caído bien mi conversación con Ginebra, para qué nos vamos a engañar. Menudo drama. Que si me van a llevar a un internado, que si sigo así voy a acabar como Carlota de Mónaco, que si no ganan para disgustos, que si tal y Pascual. En resumen y para no aburrirles: que me he quedado sin Reyes. Me han entrado unas ganas locas de hacer un chiste con la frase pero no está el horno para bollos; así que, nada, me he peinado con el cepillo de los zapatos y me he ido a ver al abuelo, que está correteando por los pasillos a ver si vuelve pronto a los escenarios. Comer come fenomenal, así que esa preocupación parece que no hay que tenerla. Total, que lo del desfile le toca a mi padre, que en uniforme está muy agradable de ver. Le he pedido que me ponga en Neptuno, donde las autoridades, pero por si pasa Koke. Ains, qué nervios.
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