María José Navarro
Yo, Leonor
Dice una revista que estuve súper madura en el posado del otro día. Nos ha fastidiao Mayo con las flores, llevaba pellizcos hasta en el bazo. A Altibajos se le puso entre ceja y ceja que este año tenía que ser corto y breve y mega natural y todo muy mega natural pero estábamos allí mi padre, So y yo que ríete tú de los Legionarios portando al Cristo de la Buena Muerte. Yo podría desfilar con la División Acorazada Brunete y hasta me pedirían los mandos un poquito de relax. El caso es que salí con la mejor de mis melenas a que me echaran fotos y me di cuenta de que el verano que viene será Altibajos la más pequeña y delgada de las tres, fíjense lo que les digo. Esa mujer se consume y nosotras nos expandimos cual borbonas que somos. El otro día le dije «madre, moja un poco de pan en esa salsa de soja de mierda, a ver si conseguimos que no tengas pinta de haber venido de Supervivientes anteayer». Ah, porque esa es otra. En esta casa no se pueden pedir unas albóndigas, ni una ternera a la jardinera, ni un tomate frito de bote, ni una pepitoria. Aquí es todo detox, o sea, verde, o sea, un asco de vida. Aquí se comen centenos y sin gluten y sin sal añadida y sin colorantes ni conservantes, y sin azúcares, y sin aceite de palma, y sin gracia ninguna todo, para qué nos vamos a engañar. Eso por no hablar del planolo este del palacio de Mallorca, que yo ya me lo sé. Aquí metíos entre estas cuatro paredes llenas de tapices con bicho y unas alfombras que son camas de faquires. Con lo bien que iba yo a estar en Gandía, hinchándome a helados en el paseo marítimo. Pero es que luego saldremos de esta mazmorra y seguro que Altibajos nos capuza en una granja escuela a ver burros donde te meten rollos de respetar la naturaleza y eso. Bueno, podría ser peor. Esta es muy capaz de mandarme a un congreso de expertos en el Greco, no demos ideas. Ay, qué bonito es el verano y la vida en familia. Me noto tan tan tan princesa que igual me presento a tronista.
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