María José Navarro

Yo, Leonor

Perdonen que no haya dado señales de vida, pero hemos empalmado cumpleaños y así no hay manera de sacar un ratillo. Primero fue el mío, luego el aniversario del «déjame hablar» y después la fiesta de la abuela. Qué despiporre y qué risa. Le cogimos al abuelo las muletas y estuvimos mi hermana So y yo haciendo limbo rock como locas. Yo insistí a ver si el abuelo se animaba pero mi madre me clavó los ojos como dos puñales y entendí que había que frenar aquello. Lo pasamos muy requetebién, la verdad. La abuela se estiró un montón y estuvimos jugando a la catapulta con los rollos esos de pescado que le gustan a ella hasta que Pipe trincó un palillo chino a modo de banderilla y se hizo un silencio incómodo. «Me vas a quitar la vida» dijo muy melodramática la tita Elena. En esta familia ya saben Vds que enseguida todo el mundo se tensa una barbaridad, así que opté por cambiar de tema para evitar que aquello acabara en tragedia. «¿Ha contado ya la tita Cris si se preguntó a sí misma cuando se alquiló la casa a sí misma si los armarios estaban vestidos?». No gustó, para qué les voy a decir otra cosa. Mi madre me pegó un pellizco que tengo el brazo como si me hubiera tatuado el gráfico de las operaciones del abuelo. Pero vamos, muy bien todo. Mi hermana se puso como El Tenazas a comer, los primos rubios siguen igualicos todos que no hay manera de distinguirlos y Pipe se fue pronto que dijo que tenía un «bisnes». Me voy, que me han regalado una ropa llena de lazos y aún tengo que arrancarlos de cuajo.