Partidos Políticos
Yo también pido ayuda
Parecemos náufragos como los del TBO, flacos, con una luenga barba y condenados a vivir en una isla de chiste. Cada uno se agarra a la tabla que tiene más cerca. Desde este trozo de tierra en el que me rodea la caballería pesada de la mentira, yo también pido ayuda. Como Colau y sus compinches cuando escriben panfletos melifluos pero encendidos de una pasión bastarda en «The Guardian». Lanzo una bengala al aire para que esos medios buenistas que confunden el periodismo con una ong dejen de contar medias verdades, equidistantes parrafadas por capítulos de una serie que acaba mal sí o sí. Para que el tonto cotidiano de Julian Assange deje de sermonear al estilo de uno de esos curas que defienden el referéndum. Si unos sacerdotes y unos niñatos de la CUP están de acuerdo es que el fin del mundo se acerca –la última profecía lo espera para el 16 de octubre– y el Apocalipsis nos pilla sin renovar los calzoncillos. El mundo mira a una revolución de claveles fétidos que dan bien en la foto, como los atletas alemanes en un documental de Leni Reifenstahl. Cuando descubran los campos de concentración donde estamos confinados los españoles con el fantasma resucitado de Franco ya no será noticia. Un conflicto dura lo que tarda en llegar otro. Como los huracanes. Mientras tanto, pido ayuda para que una dictadura no se instale a escasos kilómetros de mi casa. En la tierra donde viven amigos andaluces que no son vagos, contradicen a Pujol, y sus hijos nacidos allí, catalanes, no como Arrimadas, que tuvo la desgracia de ver la luz cuasisalada en Jerez y no es pata negra, butifarra buena, sino pitraca para los comentarios de los cerdos. En los cementerios no sólo habitan las ánimas sino los ánimos, y es muy estrecho el nicho preparado para el ataúd de la democracia. Pido ayuda para que el relato que algunos recrean con la coartada de robar el sillón a un presidente del Gobierno no se imponga a la verdad. Si la NASA nos hiciera una foto desde el espacio vería un gran SOS en la península. Pero algunos medios sólo enfocan la parte de la realidad que les resulta más épica y se tragan a la Colau como un mago haría con un sable a sabiendas de que es un mal truco del circo de los horrores. Pido ayuda para los señalados y los corazones heridos por la chusma jinetera que vende ahora su pornografía nacionalista a cambio de un guiño cómplice que aplaste el entendimiento. A Trapero, el superviviente que ha vendido su voz al ruido. ¿Por qué no me ayuda usted? ¿O es que necesitará la de otros para que no le empure la Justicia, a la que juró obedecer? Si delinco en Cataluña, ¿me echará una manita y le dirá a TV3 que estaba ejerciendo mi derecho a ser canalla?
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