El trípode

Comienza la legislatura de los mediadores internacionales

El futuro de España y de los españoles dependiendo en gran medida de un gobierno cuya piedra angular es Puigdemont

Hoy se celebra la solemne inauguración de la XV Legislatura Constitucional bajo la presidencia de SSMM los Reyes, en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo. Eso sí, con el habitual boicoteo de los «progresistas y convivenciales españoles» aliados del PSOE: los de Junqueras Puigdemont, Otegi y BNG. Es de esperar que la señora Armengol deje de mantener al Congreso como un silente convidado de piedra ante la impunidad con la que el Frankenstein sanchista está actuando sin control parlamentario alguno. Es algo evidente, para «quien tiene ojos para ver y cabeza para entender», lo que sucede desde que Sánchez ha colocado a un político prófugo de la Justicia española desde hace seis años, como el referente obligado del gobierno de la Nación. Convertir a una persona por la que la Justicia ha emitido diversas OEDE’s –Orden Europea de Detención y Entrega– tener en sus manos la estabilidad y supervivencia del gobierno de España, no hay palabras para definirlo. Por si fuera eso poco(..!) se negocia ese apoyo en el extranjero, se firma un acuerdo donde se asume íntegramente el relato separatista sobre lo sucedido en Cataluña y se somete al control de unos verificadores internacionales –también en el extranjero– el cumplimiento de lo pactado. Que tamaño despropósito esté sucediendo ante nuestros ojos (salvo conocer a esos mediadores en conflictos internacionales) resulta tan inaudito como vergonzoso. El futuro de España y de los españoles dependiendo en gran medida de un gobierno cuya piedra angular es Puigdemont, que además de prófugo de la justicia, redacta su propia amnistía mientras no oculta ser «radicalmente independentista», y su voluntad de «tornar ho a fer» –«volverlo a hacer»– , Se comprende así, que la sociedad española esté expectante por conocer la «Tierra firme» que le ha escrito su conocida amanuense, ya que la firmeza no parece ser una virtud que adorne precisamente a Sánchez. Teniendo presente que para él no hay valores absolutos comenzando por el de la verdad y el respeto a la palabra dada, y la mentira es inexistente, sustituida por meros «cambios de opinión». Por supuesto, suyos. No hay posibilidad de asentar los cimientos de nuestra convivencia sobre «tierra firme» cuando lo que hoy es positivo o blanco, mañana puede ser negro y negativo, simplemente porque un autócrata ha «cambiado de opinión». Al descorrerse el telón de la Legislatura esperamos respuestas a cuestiones como la prohibición por el delegado del Gobierno en Madrid de reunirse pacíficamente para rezar el Rosario ante la fachada del Santuario del ICM. Que se encuentre en la calle Ferraz no parece un argumento convincente ante tal desafuero.