Biblioteca Harley-Davidson

Culpables de pobreza

Nos gusta creernos en España que ya somos ricos solo porque tenemos ibuprofeno, ansiolíticos y acceso a un agua relativamente potable en los domicilios

El invento del concepto «capitalismo» ha sido utilísimo durante más de cien años para, psicológicamente, tener algo a lo que echarle la culpa de todos los males. Como un día resulte que el capitalismo pudiera no existir (que haya sido un simple invento conceptual abstracto), menudo papelón habremos hecho ante la Historia.

Lo del capitalismo es cómodo porque suena a un impersonal mecanismo automático y así nos evita el compromiso de tener que hablar de la codicia y la mentira del prójimo. Pero lo que observamos a nuestro alrededor es que ese supuesto mecanismo no es tan automático: la intervención personal humana en esos procesos económicos es determinante. El comportamiento de nuestros políticos nacionales constituye un buen ejemplo, lo mismo tanto en el caso de Luis Rubiales como en el de Irene Montero. ¿Por qué nuestros dirigentes se aferran con uñas y dientes al cargo y no dimiten aunque les pillen junto a un cadáver, con un cuchillo ensangrentado en la mano y un cartelito colgado del cuello que diga con su letra: «He sido yo»? ¿Diferencias de costumbres con otros países? ¿Singularidad cultural? Bah. Nada de eso. Simplemente sucede que –pese a lo que nos creamos– seguimos siendo un país pobre y aquel que pilla un chollo –como Rubiales o Montero– no lo quiere soltar ni muerto para no tener que volver a la pobre mediocridad habitual.

Nos gusta creernos en España que ya somos ricos solo porque tenemos ibuprofeno, ansiolíticos y acceso a un agua relativamente potable en los domicilios. Queremos creer que ya nos hemos civilizado solo porque no reclutamos a niños de diez años para la guerra y porque la gente no muere ya de difteria por las aceras.

Vivimos en un país pobre que, por una curiosa sugestión colectiva, se cree rico. Pobreza de formas y pobreza cultural. La codicia y el egoísmo de nuestros cargos y su pánico a volver a ser pobres lo evidencia.