Sin Perdón

Los delincuentes derrotan a Sánchez

«El expresidente catalán quiere la impunidad absoluta para los delitos que cometió. No tiene otra pretensión, de momento»

Sánchez se ha sometido voluntariamente al chantaje de un grupo de delincuentes políticos. No es verdad que los socialistas trabajen por la convivencia en Cataluña. Es una enorme mentira y un insulto a la inteligencia. No sé quién se puede creer esa basurilla ideológica, pero la realidad es que la situación en mi tierra es de absoluta normalidad desde hace mucho tiempo. Es cierto que los independentistas andan a lo suyo, gestionan mal las instituciones y se odian entre ellos, pero no existe un clima de confrontación. No ha sido gracias a Sánchez y sus cesiones, sino por el miedo que tienen de volver a la cárcel. Hay cansancio. Es bueno recordar que insisten en que lo volverán a hacer y que convocarán un referéndum para la independencia. Este martes asistimos a la indignidad de ver como diputados socialistas apoyaban una amnistía que su líder consideraba que era inconstitucional hace tan solo unos pocos meses. No me sorprende, porque son estómagos agradecidos que solo están preocupados por su supervivencia. Al final, las escandalosas cesiones de Sánchez no han sido suficientes y Puigdemont, como sucedía con los emperadores romanos, bajó el pulgar y sus diputados votaron en contra.

Es la segunda derrota humillante en pocos días. En este caso, es especialmente dura porque el PSOE ha renunciado a casi todo para complacer a un prófugo de la Justicia y a sus colaboradores. El problema de tratar con chantajistas es que el cielo es su límite. Una vez que reciben el primer pago siempre quieren más. Nada puede aplacarlos. Lo mejor es decir hasta aquí hemos llegado, pero Puigdemont ha tenido la suerte de encontrarse con Sánchez. Era el candidato perfecto para ser chantajeado, ya que no tiene ningún escrúpulo a la hora de renunciar a sus principios y tirar a la papelera sus compromisos. El expresidente catalán quiere la impunidad absoluta para los delitos que cometió. No tiene, de momento, otra pretensión. Por más que insistiera el portavoz socialista, no es una ley sólida, impecable y constitucional. Es un despropósito que ningún jurista puede avalar salvo los leguleyos del sanchismo. El problema que tiene Sánchez es que Puigdemont no tiene nada que perder.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)