Cuartel emocional
Momentos patéticos
Yolanda Díaz, de repente, se siente como iluminada y anuncia el fin del mundo. “Nos vamos al carajo”, dice
La semana ha venido sobrecargada de una riqueza desbordante en lo patético, pero también con muestras de insuficiencias varias. Existen insuficiencias cardíacas, insuficiencias respiratorias, insuficiencias renales, pero hoy quiero referirme a las insuficiencias cerebrales que sufren muchos de los personajes que pueblan el panorama político y social del país. Yolanda, sin ir más lejos. De repente se siente como iluminada y anuncia el fin del mundo. “Nos vamos al carajo”, dice, “los ricos tienen cohetes y el metaverso para huir del apocalipsis que se avecina, y si no, se van a casoplones en Nueva Zelanda”. Después de esto, quien se atreve a decirme que la perplejidad es el único recurso que nos asiste para digerir los dislates pronunciados por alguien que ostenta el puesto de vicepresidenta segunda del Gobierno. Luego están los macarras y los chulos encargados de dar respuesta al discurso de investidura del candidato a la Presidencia propuesto por el Rey, un Monarca que ahora se ve obligado a encargar la formación de gobierno a un Sánchez que ha perdido las elecciones, que no está vivo pero sí mal enterrado y desde ahí, desde su tumba abierta patalea vendiéndose a unos y a otros, destrozando las instituciones del Estado, el orden constitucional y las leyes que nos han venido manteniendo en un equilibrio perfecto desde que somos un país en democracia, pero al Rey no le quedan más cáscaras que seguir el guion, no hay posibilidades de “mojarse”, como piden algunos, si bien estoy segura que el Rey Padre -estos días en Galicia-, sería capaz de arbitrar algún resorte por pequeño que fuere para que los insidiosos no se salieran con la suya. Los tiempos de Mondéjar y de Sabino le dejaron un poso suficiente como para espabilar su intuición y su talento innatos, pese a gozar solamente de formación cuartelera. ¡Cómo se echa de menos su talante!
Frente a todo esto añadimos los problemas que se derivan no sé muy bien si del efecto contagio o del efecto violencia en redes sociales, pero en un mismo día hemos tenido cuchilladas en un colegio de Jerez y tiroteos en uno de Rotterdam. Ya no solo se producen en Estados Unidos este tipo de hechos, añadiendo a los mismos los falsos desnudos de menores elaborados también por menores en Extremadura mediante una aplicación en el móvil.
Sin embargo, uno recapacita y se pone a meditar sobre esos soldados que en Ucrania están entregando su físico por la libertad del país. El otro día hablaba uno de ellos que se encuentra hospitalizado en Zaragoza, asegurando sentirse en el cielo, en el paraíso, después de haber sido sometido a torturas y vejaciones diarias mientras sus compañeros en las celdas de al lado eran despedazados por perros rabiosos. Ante esa reflexión nos nos importa la grosería chulesca de Oscar Puente que tanto asco dio a Leguina –y a todos-, solo comparable a la de su jefe, el cobarde que no se atrevió a subir al estrado y que quedó retratado para la posteridad. O ese otro macarra, amigo del presidente en funciones y concejal del Ayuntamiento de Madrid, que pasó su mano repetidas veces y con ademanes de matón por la cara del Alcalde Almeida. Todo un panorama en medio del que relucen las guerras entre Esquerra y Junts por ver quien saca más partido al chantaje a Sánchez, y la pacatería de los del PNV que van a perder la Lendakaritza por bobos en favor de Bildu. “Arrieritos somos”, le vino a decir Feijóo a Aitor Esteban.
CODA. Se retira el Juli, a quien yo vi torear con trece añitos en una plaza de talanqueras en Padrón, y luego más tarde, también muy jovencito, en Marbella hospedándose antes de la corrida con su padre en Incosol, lugar de tan buenos recuerdos y donde llegué a hacer tantos y tan buenos amigos. Dice que no quiere que sus hijos sigan su trayectoria y que lo deja en la cumbre de sus éxitos. Bravo maestro y que la suerte te acompañe en tus dos últimas corridas.
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