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El dilema perverso entre cañones y mantequilla
Nadie habla de otro tema capital, ni en España ni en el resto de la UE, pero más deuda conduce a más inflación y más gasto podría exigir más impuestos o menos estado del bienestar
William Jennings Bryan (1860-1925), tres veces candidato a la presidencia de los EE.UU. por el partido demócrata y tres veces perdedor, fue el primero en plantear el dilema cuando era Secretario de Estado: «Lo podemos hacer sin mantequilla, pero no lo podemos hacer sin cañones». Eran los tiempos en los que los americanos debatían si intervenían en Europa en la I Guerra Mundial. Más de un siglo después, la «vieja Europa» afronta la cuestión que popularizó Paul Samuelson (1915-2009) en su célebre «Curso de Economía»: «¿Dónde debemos invertir los recursos, en cañones o en mantequilla?» No es incompatible, pero tampoco fácil de congeniar. La Unión Europea (UE), que por una vez ha demostrado que puede actuar con agilidad, ha acordado impulsar un plan de rearme por 800.000 millones que, eso sí, y puede ser un punto débil porque siempre se puede escaquear alguien, recaerá sobre los presupuestos de cada país. La nueva Alemania, liderada por Merz, al frente de otra coalición con los socialdemócratas, modificará incluso la Constitución para endeudarse y afrontar ese gasto que también esperan que revitalice la economía germana. Los alemanes tienen menos problemas de deuda que Francia, Italia o España y emitirán deuda a espuertas con la tolerancia, si es para defensa, de la Comisión Europea. Los otros tres grandes países de la UE lo tienen más complicado si quieren elegir la misma vía. No solo su deuda pública dobla, más o menos, en porcentaje de PIB la de Alemania, sino que además arrastran déficits importantes.
España, en el nuevo escenario, afronta la complicación añadida de que su gasto en defensa es bastante inferior al de Italia y Francia y tiene que hacer un esfuerzo mayor para llegar al mínimo –que será insuficiente– del 2% del PIB. Es decir, debería dedicar un mínimo de 30.000 millones, frente a los 15 o 16.000 que destina ahora a defensa. Para un país que en 2024, a falta del cierre de cuentas, tuvo un gasto público consolidado de 700.000 millones, no debería ser un problema, pero puede serlo. Sánchez ha convocado a todos los partidos, menos a Vox, porque cree que así pone en aprietos a un Feijóo que, aunque le cante las cuarenta al presidente, está obligado a cerrar filas en el asunto de la defensa. Nadie habla de otro tema capital, ni en España ni en el resto de la UE, pero más deuda conduce a más inflación y más gasto podría exigir más impuestos o menos estado del bienestar. Tiempos nuevos. Lo podemos hacer sin mantequilla, pero no sin cañones –misiles– como detectó Jennings Bryan.
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