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El PSOE no debe quedarse fuera de juego por culpa de Sánchez

La Razón
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«Y la nave va». La política española, con sus dimes y diretes, con sus empecinamientos y sus soberbias, parecía encallada. Pero no. Quizá no. Al menos ésa fue la opinión de la mayoría tras asistir al encuentro entre el líder de la formación ganadora de las pasadas elecciones, el Partido Popular de Mariano Rajoy, y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera. Ambos escenificaron, sino un acuerdo cerrado, el inicio de un camino por andar. Un espacio en el que se podían encontrar para dar salida al laberinto numérico en que se debate la aritmética parlamentaria. Sin embargo, para dar pasos y alcanzar acuerdos económicos y políticos, de futuro, en definitiva, necesitan de un tercer actor. Y ahí la cosa no es que esté encallada. Más bien parece un pecio hundido en el mar de los sargazos, lastrado por barones, dirigentes, cuadros medios y, sobre todo, por un capitán, Pedro Sánchez, que se empecina en dirigir una nave que él mismo ha conducido al naufragio. Ante ellos, ante la parálisis a la que ha llevado a su partido, que más parece una formación minoritaria, accesoria e irrelevante que un partido que ha tenido responsabilidades de gobierno, se han levantado multitud de voces. La última, la del ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, quien ha advertido de que sería «negativo e inconveniente» celebrar unas terceras elecciones. Tras pedir al PP que haga «todos los esfuerzos» posibles como fuerza mayoritaria –lo que es un reconocimiento a su liderazgo–, abogó por «abrir un proceso de diálogo interno» en el PSOE. Puro sentido común frente a la postura oficial de los socialistas de mantener el «no» a la investidura de Mariano Rajoy –una decisión que el comité federal tomó el pasado 9 de julio–. En esto coincide Zapatero con lo afirmado hace menos de una semana por Felipe González, quien subrayó la necesidad de formar gobierno en España cuanto antes «tras haber perdido ocho meses en una extraña situación de interinidad». El ex presidente González incluso va más allá, al reclamar no obstaculizar un Gobierno del PP. Día a día, mientras se baraja la idea de debatir a finales de agosto la investidura de Rajoy, crecen las voces en el PSOE que sopesan la abstención para permitir gobernar al líder del PP. Eso sí, la mayoría de los dirigentes socialistas que plantean esta posibilidad para evitar las terceras elecciones dan a entender que este cambio de postura sólo se puede producir después de que Rajoy sume a sus votos los de Ciudadanos y Coalición Canaria. Es decir, que se presente ante la Cámara con 170 votos a favor y a sólo seis de la mayoría absoluta. Los dosieres y los programas ya están en las sedes de los partidos. Las discusiones ya existen entre los que tienen que debatir políticas de gobierno. Eso lo saben incluso los que han quedado descabalgados de la primera línea política. Podemos se ha unido al coro de PP y C’s a la hora de apurar al PSOE o, mejor dicho, a Pedro Sánchez, a tomar una decisión, pues «no se puede estar contra el PP, contra Podemos y contra unas terceras elecciones». Sánchez debe dar un paso al frente. No puede dejar al PSOE fuera de juego. Él sí lo está, su futuro político en la formación está más que en entredicho, pero su partido no puede ser rehén de su incapacidad. Es el momento de las grandes decisiones, de las grandes oportunidades, para el país y para la opción –u opciones– políticas que las impulsen. Es el momento de la responsabilidad.