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El PSOE nunca fue nacionalista

La Razón
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A tenor de los últimos cruces de declaraciones entre los distintos portavoces socialistas, no es difícil diagnosticar que el estado de confusión y división interna que aqueja al PSOE no ha remitido lo más mínimo, pese a la elección del nuevo secretario general, Pedro Sánchez, y la aprobación de la ponencia política del último Congreso Federal. No se trata, además, de una confrontación menor, puesto que lo que se dirime en el seno del socialismo español son los propios fundamentos ideológicos del partido, cuyas señas de identidad han dejado de ser reconocibles, según la federación territorial de la que se trate. Así, ayer, en el congreso regional de los socialistas andaluces, que respaldó por abrumadora mayoría la gestión de Susana Díaz, la presidenta de la Junta demostró el abismo que la separa de la actual dirección del Partido Socialista en un asunto tan fundamental como el modelo territorial español, reivindicando los derechos de las personas sobre los territorios, la igualdad de todos los españoles sin distinción de origen y la soberanía nacional. Es decir, un retorno a la esencia del socialismo, que, como recordó Susana Díaz, nunca ha sido una formación nacionalista. Se podrá argüir que la posición que representa la líder andaluza, en la antípodas del concepto de «plurinacionalidad» del Estado acuñado por Pedro Sánchez, se encuentra en minoría frente a la nueva Ejecutiva Federal del PSOE, pero, con ser cierto, es muy discutible que no esté en mayor sintonía con la opinión de los votantes que el delicuescente modelo de España surgido de las filas del sanchismo. En este sentido, y también ayer, el ex líder de los socialistas extremeños, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, reflexionaba sobre la pérdida de vocación de poder de un partido como el PSOE, claramente socialdemócrata. En realidad, Rodríguez Ibarra –que reconoció que no entiende porque la izquierda parece dispuesta a renunciar a una parte del Estado, que es el instrumento de los socialistas para hacer una política de igualdad– llevaba el debate interno a sus últimas consecuencias, preguntándose si el PSOE es un partido reconocible para el conjunto de los votantes o sólo una fachada vaciada de contenido. La cuestión es pertinente porque ni siquiera el planteamiento «plurinacional» de Pedro Sánchez, condicionado a una reforma de la Constitución para la que no existe el consenso necesario, está respaldado por un desarrollo con la debida articulación teórica. En definitiva, la nueva dirección socialista es incapaz de traducir a un hecho político la propuesta de la «plurinacionalidad», favoreciendo interpretaciones tan dispares como el «federalismo asimétrico», de los socialistas valencianos; la «federación de islas», de los baleares, o el «modelo federal cooperativo», que proponen desde Andalucía. Descarnadamente, el presidente de la comunidad castellano manchega, Emiliano García Page, ha despachado el asunto de la «plurinacionalidad» como una concesión táctica «al clima preelectoral que se vive en Cataluña», tal y como hoy recoge LA RAZÓN. Sin embargo, son precisamente las federaciones socialistas que más han coqueteado con los planteamientos nacionalistas las que más votos han perdido, aunque los pactos postelectorales hayan favorecido el acceso al poder regional del PSOE. De ahí, que las encuestas de opinión sigan insistiendo en el retrato de un votante socialista que, respecto al modelo territorial, está muy alejado de los planteamientos de Pedro Sánchez y que se declara, en mayor medida que el resto de los ciudadanos, firme partidario del actual sistema autonómico. En efecto, el PSOE nunca ha sido nacionalista.