Elecciones
Gana la derecha, gobierna Sánchez
El «tracking» de intención de voto de «NC Report», que hoy publica LA RAZÓN, y que es el último que podemos hacer público de acuerdo a las discutibles normas de la Ley de Régimen Electoral, pronostica un triunfo del llamado «bloque de derechas», pero totalmente insuficiente para desalojar a Pedro Sánchez de la presidencia del Gobierno. En efecto, de celebrarse hoy las elecciones generales, el líder socialista podría sumar los mismos respaldos parlamentarios de la moción de censura contra Mariano Rajoy, con los partidos nacionalistas otra vez en el papel de árbitros decisorios. Si bien la encuesta deja en el aire una serie de incógnitas que no permiten descartar un cambio dramático en las urnas, lo cierto es que la dispersión del voto en el ámbito ideológico del centro derecha se antoja como un lastre difícil de superar. Aún así, permanece como uno de los factores más determinantes el alto porcentaje de votantes indecisos que dudan entre la opción del Partido Popular y la de Ciudadanos, pero, también, aunque en menor medida, los que no acaban de decidirse entre el PSOE y Podemos. En el primer caso, hablamos de más de dos millones de sufragios, que pueden ser decisivos en el reparto final de escaños y que, en su mayoría, proceden de antiguos votantes del partido de Albert Rivera. De hecho, entre los encuestados que se declaran indecisos pero que muy probablemente acudirán a las urnas este próximo domingo, un 43,3 por ciento votaron en 2016 a Ciudadanos y un 28,4 por ciento al Partido Popular. En el sector de la izquierda, Podemos aporta el 30,8 por ciento de los que dudan y el PSOE, un 23,3 por ciento. De ahí que resulten decisivos los dos próximos debates electorales entre los cuatro candidatos nacionales, especialmente, por razones obvias, el último que se celebrará en Atresmedia y que, realmente, será el punto álgido de la campaña. De la trascendencia de este debate da cuenta que sólo un 50,3 por ciento del censo declara que tiene decidido su voto, mientras que los indecisos con alta probabilidad de votar representan casi el 20 por ciento del censo, es decir, 7.241.000 sufragios. Otros seis millones de indecisos no ejercerán su derecho al voto con toda probabilidad y son cinco millones los que ya han decidido que se abstendrán. Sin embargo, a día de hoy, la radiografía demoscópica del voto muestra lo que señalábamos al principio: una victoria inútil del centro derecha, que obtendría, sumados PP, Ciudadanos y VOX, el 48,4 por ciento de los sufragios, frente al 42,9 por ciento del PSOE y Podemos, pero que, dadas las características de nuestro sistema electoral, esos votos sólo se traducirían en 166 o 168 escaños. La izquierda sumaría entre 153 y 155 diputados, pero con el respaldo de los partidos nacionalistas – que con el 6,4 por ciento de los sufragios tendrían entre 26 y 28 diputados– conseguirían una holgada mayoría absoluta: 179 escaños o más. No es, desde luego, la mejor de las perspectivas para la estabilidad política de España, puesto que, y hay que insistir en ello todas las veces que sea preciso, las formaciones nacionalistas, especialmente las que conforman el actual separatismo catalán, no sólo se convierten en un factor determinante para la formación del Gobierno, sino que tienen agendas propias que condicionan gravemente la gobernabilidad del país. Baste recordar que nos hallamos en este punto porque los nacionalistas catalanes rechazaron aprobar los Presupuestos de Pedro Sánchez, pese a que sabían, o debían saberlo, que en la democracia española el Poder Judicial es independiente y el Gobierno no podía condicionar al Tribunal Supremo.
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