Partidos Políticos

Germen de un nuevo tripartito de izquierda en Cataluña

La Razón
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Bajo una argumentación exculpatoria muy mejorable, los dirigentes de Podemos en Cataluña están llevando a cabo un proceso de conjunción con los partidos de la izquierda separatista, la CUP y ERC, que puede ser el germen de un nuevo tripartito que deje la Generalitat en manos de los antisistema, con el consiguiente riesgo de llevar a la sociedad catalana al radicalismo y al empobrecimiento que, como ha demostrado la historia hasta la saciedad, siempre viene emparejado con los experimentos de corte estatalista. Esta aproximación a los soberanistas de un partido como Podemos, que en sus comienzos se declaraba contrario a la vía independentista, se constata en gestos como el de su secretario general, Albano Dante Fachin, acudiendo a un acto en Sant Boi de Llobregat (Barcelona) con ERC y la CUP, en homenaje al 40 aniversario de la histórica Diada de 1976. Como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, también Albano Dante se acoge al fácil expediente del «derecho a decidir» y la exigencia de un referéndum, mientras reafirma su posición contraria a la independencia de Cataluña pero, en realidad, no es esa la cuestión de fondo. De lo que se trata es de conformar un frente amplio de izquierda que establezca su hegemonía política en Cataluña, con independencia, valga la redundancia, de los avatares de un proceso separatista que saben condenado al fracaso. En este sentido, es muy significativa la carta pastoral que, con motivo de la Diada, acaba de hacer pública el obispo de Girona, Francesc Pardo, un prelado que siempre se ha caracterizado por su defensa del «derecho a decidir», pero que en esta ocasión, ante las aspiraciones separatistas, se pregunta: «Pero ¿en qué tipo de estado se piensa?» y «¿qué configuración y qué valores tendría este estado?», trasluciendo el temor que despierta en la Iglesia catalana, incluso entre los sectores más próximos al nacionalismo, la ideología anticatólica de los antisistema. Apela el obispo a que «la unidad debe prevalecer sobre el conflicto» y a que «la realidad es más importante que la idea», que no es más, por otra parte, que aceptar la doctrina del Papa Francisco, y llama a la reflexión. Por supuesto, la Iglesia catalana no es la única institución que expresa su preocupación por un futuro en el que dominen los presupuestos ideológicos de una izquierda radical –con su concepción económica contraria al libre mercado, a los principios que representa la Unión Europea y a las libertades individuales– que, gracias a la inaudita torpeza política del ex presidente Artur Mas se ha colocado en una posición de ventaja en Cataluña. Es la consecuencia del absurdo viraje hacia el separatismo de un partido como Convergència (CDC), que representaba al nacionalismo moderado catalán y compartía los principios y valores del centro derecha europeo. Artur Mas, incapaz de hacer frente a las dificultades que imponían las circunstancias de la crisis económica y financiera, se decidió por una huida hacia adelante que acabó por entregar el caudal político de CDC a la extrema izquierda. La ruptura con la legalidad, el desprecio a la Ley y la tergiversación de la verdad que caracteriza la actuación de Artur Mas están, sin duda, detrás del crecimiento de los grupos antisistema en Cataluña, a los que, sin embargo, les falta la masa crítica que representan los votos de Podemos para poder deshacerse del todo de los antiguos convergentes. En eso están.