Violencia de género

Hay que poner todos los medios contra la violencia machista

La Razón
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Los datos sobre la violencia de género demuestran un drama que atenta con todos los derechos humanos: la vida y la dignidad de las personas. No debe haber silencio ni comprensión alguna hacia esta barbarie. Detrás de cada muerte, de cada vida consumida en el terror doméstico, hay un ocultamiento y un silencio con el que, todavía hoy, se sigue muy perversamente culpando a la víctima de su propia tragedia. Los datos, aunque fríos, hablan por sí solos: el 80% de las mujeres asesinadas en España en la última década no habían presentado denuncia por violencia de género, ni solicitado ayuda o apoyo a las administraciones públicas. ¿Miedo? ¿Vergüenza? ¿Soledad? La primera conclusión es que la violencia debe frenarse desde su denuncia y la puesta en marcha de las medidas de vigilancia del denunciado y la protección de la posible víctima. Pero más estremecedor es el hecho de que hasta hace algo más de una década no existiesen datos fiables y que desde 2004 –año en el que se aprueba la Ley Integral contra la Violencia de Género– no se aplicasen medidas concretas para proteger a las víctimas, lo que indica la falta de concienciación social sobre este problema.

Hace unos días se selló el pacto de Estado contra la violencia machista firmado por Gobierno, comunidades autónomas y ayuntamientos, ratificándose así el alcanzado en el Congreso el pasado mes de septiembre y que contempla una financiación para cinco años de 1.000 millones y más de 200 iniciativas para esta lucha. Desde 2004, momento en el que la legislación española protege a las mujeres que sufren maltratos de sus parejas, exparejas y maridos, se han contabilizado 826 casos de asesinatos con una media que oscila entre los 54 de 2013, los 60 de 2015 y las 48 muertes –sin sumar cuatro que están en investigación– con las que se cierra este año. Aunque la progresión tiende levemente a la baja, el año pasado fueron 44. Hay motivos accidentes que provocar un desenlace de muerte que impide su previsión, pero no debemos conformarnos con convivir con una violencia machista estructural, por lo que hay que poner en marcha protocolos eficaces para la detección de futuros casos. El de la joven asesinada por su pareja en Benicassim (Castellón) es especialmente hiriente porque el maltratador había sido denunciado días antes. El último asesinato de este año, el pasado día 28, en Azuqueca (Guadalajara), el maltratador ya había sido denunciado en 2007 por una pareja anterior, aunque la víctima no siguió con la acusación y la denuncia fue archivada. Y este mismo caso aporta un dato que hasta ahora pasaba desapercibido: el crimen se cometió en presencia de los tres hijos de la víctima. No puede olvidarse que en este año han quedado huérfanos 27 menores y que ocho fueron también asesinados. En el caso de Sant Adrià del Besós (Barcelona) del pasado día 24 coinciden, además, los dos hechos, más un triple factor: el hijo, de 8 años, estuvo presente en la muerte de su madre a manos de su padre. Por otra parte, la víctima denunció por dos veces en las últimas semanas a su maltratador y, el que es el último elemento a tener en cuenta, la víctima retiró la denuncia amedrentada por las consecuencias que podría tener en el asesino que, aún y así, acabó con su vida. Cada tres meses se presentan 40.000 denuncias por malos tratos y cada una de ellas tiene un nivel de riesgo diferente, como así también se especifica en el archivo de víctimas, que superan las 55.000, de ahí que la Ley contra la violencia de género deba desarrollarse plenamente.

La violencia machista es compleja y en ella interviene, además de elementos de psicopatología de criminal, un hecho cultural y educativo sobre la incomprensión por parte de muchos hombres, y no pocas mujeres todavía, sobre el papel de éstas en la sociedad. Que en un momento en el que el avance de la mujer es innegable y no hay más perspectiva que la igualdad a todos los niveles es llamativo que resista una violencia tan atávica. Pero no busquemos explicaciones culturalistas para resignarnos ante esta plaga: los países miembros de la Unión Europea que encabezan la lista de violencia machista son Dinamarca (52%), Finlandia (47%) y Suecia (46%), seguidos de Francia y Reino Unido, ambos con el 44%. España se sitúa en el 22%. Lo importante es que las políticas preventivas y de seguridad funcionen y lo hagan junto a un plan educativo serio y eficaz. Los recientes casos en los que mujeres han sido violadas en grupo debe servir para mostrar a las opinión pública y haciendo hincapié en los más jóvenes a entender que no hay más libertad que la del respeto a nuestros semejantes.