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La fortaleza del PP vasco

La Razón
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La dimisión ayer de la presidenta del Partido Popular vasco, Arantza Quiroga, es la consecuencia lógica de su alejamiento de las señas de identidad del partido. La moción que Quiroga pretendía sacar adelante en el Parlamento vasco, calificada por ella misma como de «convivencia», se daba de bruces con las tesis más básicas del PP sobre la violencia etarra y sobre la manera de honrar a las víctimas del terrorismo. Por ello, no debe extrañar a nadie su adiós al liderazgo. Quiroga cometió un error y ha pagado su irresponsabilidad política, algo, por lo demás, lógico desde el punto de vista democrático. Pero en un partido como el PP vasco, de una importancia medular también a nivel nacional, hay cantera de sobra y equipos curtidos para ilusionar al votante con nombres como los de Borja Semper o Alfonso Alonso. La labor encomiable de los populares vascos contra los violentos, su abnegación y su lucha en primera línea de batalla han sido siempre un ejemplo para todos y eso ni va a cambiar a partir de mañana ni ha perdido un ápice de su valor. Por otra parte, la renuncia de Quiroga no benefició para nada a la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, que fue una de las pocas voces que respaldaron públicamente a la ya ex presidenta del PP vasco.