Presidencia del Gobierno

La herencia recibida por Sánchez

La Razón
La RazónLa Razón

Hemos de aprender del pasado. De los errores y las medidas equivocadas. Hemos de tener humildad –una palabra que en los últimos días el nuevo presidente, Pedro Sánchez, ha repetido varias veces–, para no variar el rumbo –en este caso económico– que tan buenos resultados está dando a la economía y el empleo en España. Y ello, a ojos socialistas, aunque el pergeñador de esta senda hubiese sido el anterior presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Un político éste que recibió un país atenazado por una gravísima crisis financiera y económica y lo ha situado a la cabeza del crecimiento en la zona euro. Nada más y nada menos. Quizá cueste, a los oponentes políticos, poner en valor, subrayar, los aciertos de los oponentes ideológicos: en este caso no le deben doler prendas a los líderes socialistas.

La realidad se impone. Y ayer mismo, las cifras de empleo en el mes de mayo fueron otro refrendo a la gestión de Rajoy. Una imagen que es un pálido reflejo de aquel 2011, año en que el político del Partido Popular llegó a La Moncloa y que había cerrado con más de 4,4 millones de parados. Una cantidad que acumuló el PSOE con su labor de gobierno y sus políticas erróneas. Aquel fue uno de los peores momentos de la crisis económica, en 2012, y merced a esa deriva socialista, la prima de riesgo alcazó los 650 puntos. Nada que ver con los 70 que logró el pasado mes de marzo, que luego subiría hasta los 150 por el efecto de la crisis italiana. A Rajoy se debe también que el PIB subiese con fuerza los años 2015, 2016 y 2017 y que encadenase fuertes crecimientos: 3,4%, 3,3% y 3,15%, respectivamente. Ya en 2018, la economía española ha mantenido su expansión al 0,7% en el primer trimestre del año alcanzando una tasa interanual del 3%, según la Contabilidad Nacional trimestral publicada por el Instituto Nacional de Estadística. Especial atención merece también el déficit, que en 2011 cerró en el 9,64%. Nada que ver con el 3,07% del pasado año.

O las exportaciones, que en 2011 se situaban en España en casi 230.000 millones de euros, representando el 20,57% del PIB. Este se ha multiplicado hasta más de 283.000 millones de euros, el 24,38% del PIB al cierre de 2017. Ayer se conoció el descenso del desempleo en mayo. El número de parados bajó en 83.738 desempleados respecto al mes anterior, hasta los 3.252.130. Esa es la gran herencia de Mariano Rajoy al nuevo presidente del Gobierno. Pálido reflejo de lo que aquel se encontró al llegar a La Moncloa. Desde el PSOE, algunos apuntan a que centrarán su labor de gobierno en «políticas sociales» con el fin de acercar a su gestión los votos de ciertas fuerzas de izquierda. No deben de perder la perspectiva. Esas políticas se podrán acometer –al menos en un primer momento– por el respaldo de la fortaleza económica que refrenda al actual Ejecutivo. Pero no se engañen. Sería un espejismo imposible de mantener disparar el gasto público, a costa de los impuestos de todos los españoles, retomando batallas que se han visto insostenibles, como la sanidad universal a los inmigrantes sin papeles o los sueldos «a la carta» para todo aquel que lo solicite. El Gobierno, que ahora deberá volver a pensar y repensar –además de negociar de nuevo los Presupuestos que en su momento rechazó– no debe perder de vista la senda acotada por las autoridades de la Unión Europea. A ella nos debemos todos. En nuestras políticas fiscales y en las de gasto público. La herencia de Sánchez no es sólo para él. Es para el conjunto de la UE. Ya tendrán buen cuidado en Bruselas de que en España no se cometan los mismos errores del pasado.