Política

Muchos militantes, pocos votantes

La Razón
La RazónLa Razón

La vuelta a la secretaría general del PSOE de Pedro Sánchez no ha supuesto, de momento, el revulsivo que muchos esperaban. Es pronto para saber si se ha abierto la puerta para el reencuentro con una «izquierda verdadera» hasta ahora secuestrada por los compromisos de Estado, que renunció a transformar el mundo –aunque no a administrar mejor sus recursos– y que se instaló en un lugar templado de la política al servicio de las grandes mayorías. Con su «no es no», Sánchez telegrafió la esencia de esa izquierda refractaria a llegar a acuerdos con el PP y que buscaba a toda costa la diferencia con el centro derecha, tal es su desorientación estratégica. Volver a cerrar el puño y cantar «La Internacional» en los mítines ha sido más que un símbolo; era la prueba de que volver a la izquierda ortodoxa era recuperar las viejas estrategias de un líder que había basado su campaña en las primarias en el enfrentarse en un cuerpo a cuerpo estéril con Mariano Rajoy. De producirse el cambio en el PSOE, éste será gradual y se producirá mirándose en el espejo de los partidos socialistas europeos y en la irrelevancia en la que han caído algunos. El dato más significativo es que, según un sondeo de NC Report que publicamos hoy, desde las primarias socialistas del pasado día 21 no sólo no ha habido movimientos reseñables en la intención de voto, sino que éste ha descendido 0,5 décimas respecto a la del mes pasado. Desde el traumático Comité Federal del 1 de octubre, la caída del PSOE ha sido progresiva, del 19,9% al 20,5% actual. Es decir, rehabilitado Sánchez en el cargo y alzado como líder de una militancia menospreciada por el aparato, el votante no ha sabido ver este cambio o directamente no lo valora positivamente. Y un 20,1% de su electores confiesan que se abstendrían. Por lo tanto, el descenso se mantiene y, en caso de celebrarse elecciones en estos momentos, la candidatura que encabezaría el nuevo secretario general perdería más de un millón de votos (1.116.846), lo que supondrán entre 7 y 10 escaños menos (entre 75 y 78 diputados). Por su parte, el PP volvería a ganar las elecciones, aunque, siguiendo la secuencia de último «tracking», se constataría un descenso de un punto respecto al pasado marzo, lo que evidencia un cierto desgaste por los casos de corrupción más recientes, algo que los populares no deberían echar en saco roto y extraer consecuencias. La novedad es que en estos supuestos comicios podría asegurarse la mayoría absoluta, de mantenerse el acuerdo con Cs, pese al notable descenso del partido de Albert Rivera (de entre 3 y 7 escaños menos y 481.570 electores perdidos). De cumplirse estos resultados, podría vislumbrarse por primera vez una alianza entre el centro derecha y los liberales, muy ensayada en otros países europeos, aunque el hecho de que hasta un 6% de los votantes de Cs confiesan que ahora lo harían al PP puede modificar la estrategia del partido naranja, cuya posición no está siendo avalada por los votantes. Es cierto que su caída se ha desacelerado en las muestras de los dos últimos meses. Clave en la recuperación socialista y en el esperado «efecto Sánchez» es el resultado de Podemos, que persiste en su encallamiento y podría perder hasta 5 diputados. Desde el congreso de Vistalegre II y el cambio de estrategia impuesta por Pablo Iglesias, más radical pero también menos moderna, el descenso ha sido constante. A efecto de posibles alianzas con Sánchez, en la que se basó su estrategia futura para construir una alternativa a Rajoy desde una «izquierda verdadera», hay dos datos. Este nuevo PSOE no debería olvidar que su diferencia de votos con Podemos sería sólo de 63.000 (pese a que Iglesias llegaría a perder 823.538) y que ambos partidos superarían a los populares en electores. En todo caso, una abstención del 41,6% perjudica a todos.