El desafío independentista
Puigdemont: cuenta atrás para una rectificación
Puigdemont se le han amontonado decisiones cruciales para el futuro de Cataluña y del resto de España, y también sobre su porvenir personal, en un espacio de tiempo reducido. La entera responsabilidad del abismo en el que se encuentra y de la crítica situación del país es enteramente suya. De ello tendrá que responder en el corto plazo, pero lo que es seguro es que será condenado por la historia. El todavía president está a 24 horas de otra encrucijada: deberá responder al requerimiento del Gobierno y desvelar si declaró o no la independencia de la comunidad catalana. Los últimos dos días han sido frenéticos y la tensión se ha disparado en el movimiento secesionista. De las disensiones sobre el camino a seguir se ha pasado a la fractura y queda poco para que ésta se pueda tornar en enfrentamiento. Ya nada es monolítico y todo hace pensar que la refriega pasará una dura factura al independentismo. En ese avispero, Artur Mas, gran muñidor de todo este desastre, busca ahora una salida de la mano del lendakari Urkullu y de su capacidad como interlocutor con La Moncloa. Pero el Gobierno se mantiene firme en el único discurso posible: diálogo, sí, pero dentro de la legalidad. Puigdemont tiene en su mano rectificar y volver a la casilla original del respeto al marco constitucional. Tiene una salida, la que hubo siempre y la que él se empeñó en dinamitar con consecuencias del todo imprevisibles. Lo que pueda ocurrir en el futuro con la convivencia, la estabilidad institucional y el autogobierno depende que recupere algo del sentido común necesario para volver a la Ley.
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