Debate de investidura
Sánchez busca en el desgaste de Rajoy lo que no tuvo en las urnas
Ningún argumento, por sólido que sea, parece hacer mella en la muralla negativista con la que se ha rodeado el secretario general socialista, Pedro Sánchez, para no tener que hacer frente a las consecuencias de su última derrota electoral, la segunda consecutiva, frente al líder de los populares, Mariano Rajoy, y que ha llevado a su partido a obtener los peores resultados desde la Transición. El problema es que en esa pugna irracional, puramente personalista, no sólo padecen las expectativas de futuro del PSOE, sino que se pone en peligro la prosperidad del conjunto de los españoles. Ciertamente, Pedro Sánchez tiene en su mano el fracaso de la investidura de Rajoy, pero es una acción que, por mucho que le satisfaga emocionalmente, carece de solución de continuidad y no tiene otro efecto que mantener al país en situación de interinidad. Tal vez esté en el interés de Sánchez seguir ganando tiempo con la esperanza de que el desgaste político al que pretende someter al presidente del Gobierno en funciones le conceda lo que no le otorgaron los españoles en las urnas, pero es bastante dudoso que el Partido Popular esté dispuesto, aunque sea mínimamente, a prescindir de su actual presidente y candidato, con el que ha ganado las tres últimas convocatorias electorales y que, además, ha conseguido sacar a España de la recesión y convertir la economía española en la que más crece, incluso hoy, de toda la Unión Europea. De hecho, si en algún momento ésa fue la pretensión del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, las negociaciones en curso para el pacto de investidura deberían servir de aviso a navegantes a la actual dirección socialista. Si descartamos por improbable la propuesta de un Gobierno alternativo socialista con Podemos y los separatistas –dado que sería un grave error estratégico que llevaría al PSOE a perder sus referencias– la absurda actitud irreductible de Pedro Sánchez no deja más salida que una repetición de elecciones, fórmula a la que también dice oponerse el secretario general socialista, en un ejercicio de tacticismo político verdaderamente vergonzante, que pretende alargar los plazos para que las elecciones autonómicas vascas y gallegas sirvan de termómetro a sus expectativas electorales. El propio Mariano Rajoy reconocía ayer en Cotobade (Pontevedra), escenario este año del tradicional acto de apertura del curso político, que el esfuerzo negociador en curso no será suficiente para formar Gobierno si se mantiene el bloqueo socialista. Se trata de apelar a la responsabilidad para con los intereses generales de los españoles de quienes tienen en su mano solucionar la situación, como han hecho los representantes de Ciudadanos y de Coalición Canaria, conscientes de que España no puede permitirse seguir con un Ejecutivo en funciones –que sólo puede afrontar la gestión diaria de los asuntos generales– cuando, entre otras cuestiones importantes, está en juego un proceso de reconstitución en la UE, en el que nuestro país tendría que estar presente en igualdad de condiciones con Alemania, Francia e Italia, lo que hasta ahora no ha sido posible. Si como señalan a LA RAZÓN algunas voces socialistas cuadrar los intereses de Pedro Sánchez con los de España parece tarea imposible, esa actitud irresponsable debería pasarle factura en una terceras elecciones.
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