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UGT tiene un problema en Cataluña

La Razón
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La renovación del liderazgo en UGT parece pasar por Miguel Ángel Cilleros, secretario general de la Federación de Servicios para la Movilidad y el Consumo, que cuenta ya con el respaldo de Cándido Méndez. Pero Cilleros podría encontrarse con más de un problema, todos con origen en Cataluña, en su carrera por la Secretaría General. Después de 25 años, Josep Maria Álvarez dejará de ser el mandamás de UGT-Cataluña y estaría tanteando sus posibilidades de reemplazar a Méndez. Sería la puntilla para el decaído sindicato, al que los escándalos han sumido en una espiral de descrédito. Hace tiempo que Josep Maria Álvarez abandonó la defensa de los derechos sociales de los trabajadores para entregarse a la militancia independentista. A cambio recibió un trato preferente del separatismo, incluidas las millonarias subvenciones con que Artur Mas regó a la organización –siete millones anuales–. Para entender el fanatismo secesionista de Josep Maria Álvarez, baste recordar que defendió la imposición del catalán en la escuela como «un derecho de los trabajadores». Pues bien, Cilleros ya se ha posicionado contra las veleidades independentistas de Cataluña. UGT sólo tiene un camino. Toca ponerse al día, entrar en el siglo XXI y desprenderse de las mochilas más caducas e insolidarias, incluidas las complicidades secesionistas.