Arte, Cultura y Espectáculos
Un cementerio de neumáticos que no debía existir
El incendio, parece que intencionado, del mayor cementerio de neumáticos de Europa, ubicado entre Madrid y Toledo, obligó a desplegar un muy importante dispositivo de emergencias y contención. Los cálculos oficiales apuntan que el siniestro afectó ya ayer al 70% de las cerca de 100.000 toneladas de cubiertas allí concentradas. Los expertos estiman que las llamas podían tardar más de una semana en quedar extinguidas. Las administraciones del Estado, de la Comunidad de Madrid y de Castilla-La Mancha reaccionaron con prontitud y eficacia frente a los riesgos de un foco contaminante de esas dimensiones. El problema es que el vertedero de neumáticos de Seseña (Toledo) era ilegal desde su creación, que algunos datan a finales de los 90 y otros ya en 2000. Pese a todo, el propietario fue ganando terreno para los residuos hasta traspasar el límite con Madrid, a pesar de ser multado con cientos de miles de euros y condenado a unos meses de cárcel, y hoy se encuentra en paradero desconocido. Los gobiernos regionales fueron incapaces de articular una estrategia que debería haber acabado hace años con este espanto medioambiental. Las trabas legales, la parsimoniosa burocracia y la indescifrable voluntad para acabar con la amenaza lo evitaron. Habrá que evaluar con serenidad por qué pasó lo que pasó y actuar en consecuencia. Porque lo cierto es que, si el vertedero hubiera pasado a la historia hace años, ayer nos habríamos ahorrado muchos pesares.
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