PSOE

Usted decide, señor Sánchez

La Razón
La RazónLa Razón

Apartir de la convocatoria del debate de investidura –cuya primera sesión tendrá lugar el próximo día 30– vuelven a correr de nuevo los plazos de la legislatura. En efecto, Mariano Rajoy no ha decidido cerrar el paréntesis temporal que abrió con su designación como candidato a la presidencia del Gobierno por parte de Su Majestad el Rey hasta que ha considerado –tras el pacto alcanzado ayer con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera– que existen posibilidades de obtener el suficiente respaldo parlamentario para su reelección. A partir de este momento, no sólo se ha puesto en marcha ese «reloj de la democracia», tan caro al secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez, sino que también queda marcada la fecha del 25 de diciembre, día de la Navidad, para una hipotética repetición de las elecciones. Es decir, que ya se ha terminado el tiempo de las especulaciones y se abre el de las decisiones. Ya tiene, pues, Sánchez su demandada sesión de investidura y, de nuevo, nos surge la misma consideración de si pretende el PSOE utilizar la convocatoria como un instrumento para desgastar al adversario y llegar con ventaja a unas nuevas elecciones o, por el contrario, está dispuesto a terminar con el bloqueo político y permitir que España tenga un Gobierno estable. Por supuesto, siempre sobrevuela la posibilidad de que el líder de los socialistas intente el asalto a La Moncloa aupado por los escaños de la izquierda radical y de los separatistas catalanes, pero supondría, a nuestro juicio, un error de tal calibre que no parece plausible que el Comité Federal del PSOE diera su beneplácito. No sólo por el riesgo que supondría para la estabilidad institucional de España depender de quienes se declaran abiertamente en contra de los principios constitucionales que defiende el Partido Socialista con absoluta claridad, sino porque, además, volvería a dar protagonismo a una formación como Podemos, muy tocada anímicamente tras las últimas elecciones, que no consigue disimular su vocación de liderazgo en el ámbito de la izquierda española. Dar oxígeno político al adversario directo, como es Pablo Iglesias, sería caer en un error táctico clamoroso. Descartada, en principio, esa más que problemática tercera vía y una vez que ha sido convocada la sesión del debate de investidura, el PSOE está obligado a despejar cualquier duda y a fijar su posición de manera inequívoca. Si se decide por mantener la doble negativa a la candidatura de Mariano Rajoy, no parece que quede más alternativa que convocar elecciones. La suma de los escaños del Partido Popular y de Ciudadanos es claramente insuficiente, incluso en el muy improbable caso de incorporar al nacionalismo moderado vasco. Lo más razonable –en línea, además, con el mandato mayoritario de los ciudadanos expresado en las urnas el pasado 26 de junio– es que Pedro Sánchez, al que corresponde fundamentalmente tomar la decisión, facilite la investidura con la abstención de una parte de sus 85 diputados. Ello no supondría en modo alguno caer en un sometimiento parlamentario, como ha interpretado el líder socialista, ni la renuncia a sus principios ideológicos. Como hemos señalado repetidas veces, lo que está en juego son los intereses generales de los españoles, que se verían francamente perjudicados de prolongarse la situación de interinidad hasta final de año, sin poder aprobar los Presupuestos Generales del Estado e incumpliendo, además, nuestros compromisos con Bruselas. Pero los números son los que son, y usted decide, señor Sánchez.