Obituario
Chiquito: humor medicinal
Gregorio Esteban Sánchez Fernández, Chiquito de la Calzada, no fue un humorista más. Con repasar las reacciones que su fallecimiento provocó ayer, desde el Rey al presidente del Gobierno pasando por todo el elenco político del país, estaba todo dicho. Pero de su extraordinaria dimensión popular daba cuenta sobre todo el cariño y la admiración que le profesaba su público, que en realidad éramos casi todos. Un artista hecho a sí mismo, un genio arrancado a la privación, un talento inabarcable y, por momentos, insondable, capaz de popularizar una terminología propia e inconfundible. Y un hombre bueno con el don extraordinario de provocar la carcajada en el auditorio, y con ella el tránsito feliz por un instante fugaz en el que todo, problemas o no, quedaba aparcado. Un médico de la risa, esa medicina que tanto ayuda. Ese fistro pecador que camina hacia la pradera celestial. Seguro que a él le abrirán la puerta.
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