Biblioteca Harley-Davidson
Épocas de progreso
Sabemos mucho por experiencia de la vida humana y conocemos que los topicazos de cada fase progresista cambian y periclitan
Cada época progresista tiene su tontería; su conjunto de lugares comunes que todo el mundo acepta sin pararse por un momento a revisar. En mi juventud, uno de los latiguillos progres habituales era afirmar que las películas de John Ford eran reaccionarias. Según ese dogma, el habitual papel de vaquero solitario que solía encarnar en ellas John Wayne era el paradigma del capitalismo liberal violento que imponía su justicia sin pensar en el bien común.
Los años han pasado y ahora el epítome del progresismo es acusar de todos los males a la huella de carbono. Los parkings de ciudades y campos están llenos a rebosar y nadie quiere renunciar al coche, pero como todo el mundo quiere ser progresista recurren a gigantescos coches eléctricos, de un mal gusto geodésico, que se bautizan con nombres imposibles como Toyota Clítoris y cosas así. Dado que, como cualquier vecino, aspiro a ser moralmente bondadoso y progresista, me he permitido fijarme en que, bien mirado, a John Wayne raramente se le vio en coche en sus películas. Solía más bien aparecer a lomos de cuadrúpedos, cuya máxima contribución a la huella de carbono sería, como mucho, el metano de sus flatulencias. En la medida en que John Wayne, si nos fijamos, sería ahora Eco Friendly, me doy cuenta de que hemos rematado una época progre y ha sido sustituida por otra.
Mi generación cabalga ahora ya hacia el crepúsculo como orgullosos Petrol Heads. Sabemos mucho por experiencia de la vida humana y conocemos que los topicazos de cada fase progresista cambian y periclitan. Del mismo modo, hemos visto que toda época progresista se mantiene mientras tiene la suerte de que el ciclo económico le es favorable y decae en cuanto asoman las crisis económicas. Sin dinero, la jungla sigue allá fuera. Hay que envejecer como pobre vaquero solitario, con la ancha pradera como hogar.
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