Parresía

La España pasiva

Más que el día de la concordia, lo de esta semana en el Congreso fue el día de los conflictos

Estoy de puente, amigos. Las noticias vuelan y alcanzan sin piedad mi móvil semidesconectado. No quiero mirar, no debo mirar, pero la curiosidad siempre me puede. En general, nada nuevo bajo el sol en esta semana en la que celebramos 45 años de Constitución, casi tantos como ésta que os escribe. La Carta Magna ha sido nuestro mejor instrumento hasta hoy para lograr avances y concordia en este complicado país nuestro, le pese a quien le pese (me refiero a esos partidos independentistas, socios del Gobierno y ausentes en la celebración, para variar). Más que el día de la concordia, lo de esta semana en el Congreso fue el día de los conflictos.

Por lo demás, alucino con el último intento de ataque, en las redes sociales, a la Monarquía (de tan desagradable, chusco y cruel, te posicionas inmediatamente con la víctima y su entorno). También leo que se han cumplido ya dos meses de guerra sangrienta entre Israel y los terroristas de Hamás (va para largo, desgraciadamente). Los civiles de uno y otro lado son los peones, en su mayoría niños. Son las víctimas secuestradas o bombardeadas a causa de una lucha infernal, antigua, que puede expandirse peligrosamente a terceros países, en cualquier momento, si no reina la sensatez entre quienes deciden los próximos movimientos. Liberar a todos los rehenes israelíes significaría el principio del fin del horror en Gaza, que arrastra 17.000 muertes en solo 60 días. Una cifra insoportable.

Por aquí, Podemos y Sumar se han divorciado definitivamente, ¡aleluya! Pablo Iglesias vuelve a ser feliz, a ver cuánto le duran la dicha y la batalla con Yolanda Díaz. Compruebo también que Pedro Sánchez ha estado en Antena 3, ¡aleluya! Concretamente, en Espejo Público, con Susanna Griso, y desde allí ha vuelto a defender la ley de amnistía con ahínco. Es más, cree el presidente del Gobierno que los demás actuarían igual que él, que el PP la habría aprobado si no hubiera dependido de VOX para sacar adelante su investidura.

Pedro Sánchez da por sentado que los populares harían suya la máxima sanchista de que el fin justifica los medios. Con tal de seguir en La Moncloa, a él le vale ir de la mano con quienes quieren romper España, montar mesas de diálogo con verificadores internacionales en Ginebra, tratar a Junts y a ERC como exigen. Le vale cambiar de opinión sobre la marcha, aunque eso dañe al Poder Judicial.

No soy yo de poner la mano en el fuego por nadie, y menos por los políticos pero, hoy por hoy, no veo a nadie semejante a Pedro Sánchez en la oposición. Capaz de convertir lo amoral en algo rutinario que se critica, pero se acaba aceptando en esta sociedad nuestra, tan pasiva y descreída.