El trípode
La España de Sánchez, Pumpido y Puigdemont
La calidad de la democracia la defiende consiguiendo los votos que necesita para seguir viajando en el Falcon y durmiendo sin insomnio en La Moncloa
Encarrilada ya la tramitación de la proposición de ley de la «auto amnistía», aceptadas las enmiendas que le convienen a Puigdemont y ocultados a la oposición los informes de los letrados de las Cortes por la Sra. Francina Armengol, convirtiéndose la Cámara sede de la Soberanía Nacional en la «longa mano» de La Moncloa, el protagonismo político y mediático es compartido con el ínclito Conde-Pumpido. Popularizó su descarada voluntad de convertir a la Fiscalía General del Estado en un mero gestor del interés político judicial del gobierno socialista que le nombró para el puesto, con aquella frase pronunciada en 2006 y ya en la historia, de que «el vuelo de las togas de los fiscales no eludirá el polvo del camino». Por algo Sánchez no paró hasta conseguir colocarlo en la presidencia del órgano encargado de velar por la sujeción a la Constitución de cuantos actos emanan de los tres poderes del Estado, presuntamente independientes entre sí, como corresponde a un Estado democrático y de Derecho. Su labor al frente del Tribunal Constitucional cumple con el encargo de asegurar que sus interpretaciones de la Carta Magna siempre coincidan con el interés político del Gobierno.
Para ello se ha asegurado además de que ministros y altos cargos socialistas estén a sus órdenes en el Tribunal y ni siquiera con incompatibilidad a la hora de pronunciarse sobre la amnistía, de la que ya habían expresado opinión clara antes de que Sánchez opinara otra cosa siguiendo la conducta de su jefe político. Es sabido que es cuestión tan solo de cambiar de opinión en función de por dónde sople el viento sanchista de cada momento. Pero su reiterada voluntad de convertir el TC en un Tribunal de casación del TS es ya demasiado y es de una sensible gravedad, que augura serios problemas de jurisdicción. Es muy aconsejable repasar el discurso de Sánchez en su moción de censura, cuando afirmó que venía a garantizar la «calidad de la democracia», y con la «transparencia» como compromiso solemne para ello. La calidad de la democracia la defiende consiguiendo los votos que necesita para seguir viajando en el Falcon y durmiendo sin insomnio en La Moncloa, a cambio de una amnistía redactada a la carta por sus propios beneficiarios. «La calidad de la democracia española» la garantiza sometiendo en el extranjero el control del Gobierno a un huido de la Justicia al que ha amnistiado para ello. En cuanto a la «Transparencia», todavía no se conoce lo que concedió a Puigdemont para que no votaran sus diputados, y pudiera aprobar dos RD Ley. Así está España con Sánchez, Pumpido y Puigdemont.
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