Tribuna
Europa, ¿Quién manda aquí?
Es imposible disimular el debilitamiento actual del eje franco-alemán, motor de la integración europea desde su origen
La confirmación el martes del acuerdo entre las tres grandes familias ideológicas europeas, populares, socialistas y liberales, para proponer a los candidatos a ocupar los llamados «big jobs», los tres máximos representantes de la Unión Europea, durante al menos los próximos dos años y medio, responde a una lógica de equilibrios ideológico, geográfico y de género.
Efectivamente, lo probable es que los jefes de gobierno y Estado de la UE, en su reunión de jueves y viernes, ratifiquen a Ursula Von der Leyen, popular, como presidenta de la Comisión Europea (si recibe el apoyo del Parlamento Europeo), al ex jefe del gobierno portugués, el socialista António Costa, como presidente del Consejo Europeo y a la primera ministra de Estonia, la liberal Kaja Kallas, como Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad. A ello debemos unir la elección del presidente del Parlamento Europeo hasta 2027, responsabilidad que seguramente recaerá en quien actualmente desempeña esa responsabilidad, la popular Roberta Metzola.
Ahora bien, habida cuenta las circunstancias políticas que afectan a unos y otros, en mi opinión habría que intentar profundizar algo más en el quién es quién, y el peso real de cada uno de esos nombramientos, extrayendo quizás las siguientes conclusiones preliminares:
Primera, es imposible disimular el debilitamiento actual del eje franco-alemán, motor de la integración europea desde su origen, fundamentalmente producto de las crisis que afectan a los gobiernos de Macron y Sholz (¡y eso antes de conocer el resultado de las elecciones anticipadas en Francia!). De hecho, el rápido acuerdo tiene que ver con la incertidumbre que se cierne sobre la política francesa.
Este hecho arrastra al Consejo, porque no hay alternativa al liderazgo franco-alemán. Y si de por sí la experiencia ha demostrado que su presidente tiene un mero papel de coordinador, probablemente más lo tendrá ahora. Para esa labor António Costa posiblemente sea una persona muy adecuada pero... ¿aguantará los 5 años? No parece seguro. Por una parte, porque en 2027 es razonable prever que Alemania y España puedan tener gobiernos populares, y además, porque sobre Costa pesa la amenaza de un procedimiento penal por prevaricación en su país, ahora interrumpido por su pérdida de aforamiento (el Tribunal Supremo lo ha remitido a primera Instancia), pero no resuelto.
La segunda conclusión, como consecuencia de la anterior, sería el fortalecimiento del Ejecutivo comunitario, y sobre todo de su presidenta, Von der Leyen. Si consigue un sólido apoyo en la votación prevista en el Parlamento Europeo para la semana del 16 de julio, podrá negociar con fuerza con los gobiernos nacionales y presentarse en septiembre con una propuesta de Colegio de Comisarios más a su medida, en la que presumiblemente Italia contará con un vicepresidente con peso, de la confianza de Giorgia Meloni, probablemente en el área económica, clave en la próxima legislatura.
¿Y España? Teresa Ribera ha calificado de extrema derecha a todo lo que se sitúa a la derecha del PSOE. Trasladando esa figuración al ámbito europeo, significa aproximadamente el 50% de sus miembros, que la tendrán que evaluar el próximo otoño, como al resto de candidatos a Comisarios. ¿La salvará el pacto de facto de no agresión entre populares y socialistas? Es posible, como también lo es el hecho de que sus competencias queden delimitadas, y su gestión analizada con lupa durante toda la legislatura. Hay precedentes de candidatos rechazados durante las «audiencias» en las comisiones parlamentarias competentes del PE.
Además, y por mucho que se empeñen los Verdes (junto con los liberales, los más castigados en las urnas), las políticas medioambientales, la especialidad de nuestra vicepresidenta, no parece que vayan a continuar siendo una prioridad. La economía debiera centrar el máximo interés de los dirigentes europeos durante la próxima legislatura: Retorno al Pacto de Estabilidad, aumentar la competitividad, cómo afrontar el incremento en los gastos en Defensa, la elaboración de un nuevo marco financiero de la Unión Europea, mirando de reojo a una futura ampliación...
Y en el debate político, las mayorías en el Parlamento Europeo han cambiado. La tercera conclusión sería que, si bien es cierto que no hay alternativa desde el punto de vista numérico al acuerdo entre las tres familias políticas que están en el origen de la construcción europea (algo menos del 60% de los parlamentarios y la gran mayoría del Consejo), en el debate de las políticas concretas las alianzas pueden ser más fluidas, al haber perdido la izquierda la mayoría.
A la derecha del grupo mayoritario de la Cámara el panorama es muy heterogéneo, y si es verdad que algunos de sus integrantes son completamente incompatibles por sus ideas antieuropeas y pro Putin, también lo es que otros están comprometidos con los principios en los que se fundamenta la Unión Europea. Eso de que unos dan carnet de demócrata, que pretenden impedir que sus adversarios pacten con nadie mientras ellos tienen barra libre, no es sostenible.
Gerardo Galeote es ex eurodiputado. Abogado ADCECIJA.
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