Mar en calma

¿Extinguirnos?

La necesidad de celebrar la diversidad cultural no es incompatible con el respeto a las creencias religiosas

Defender la inclusión y la libertad de cada uno para ser quien es y mostrarse como sienta, sin el yugo de lo convencional o lo procedente (allá cada cual mientras respete al resto) no está reñido con el respeto a las creencias religiosas. Muchos no dábamos crédito a lo vivido en la inauguración de los Juegos Olímpicos. Jamás entendí la necesidad de atentar contra los demás: ni física ni emocionalmente. El sarcástico «merecemos extinguirnos» toma fuerza ante toda ofensa, atentado, humillación, agresión, violación, crítica destructiva, desprecio, traición… Creo que venimos al mundo a descubrir nuestros talentos y ponerlos al servicio de los demás, no a atentar contra nadie. Venimos a construir, a aportar, a dejar una buena huella, un buen legado.

Nos hace sentir tristeza y vergüenza la parte oscura del ser humano que protagoniza las peores noticias o cuando se emplean elementos simbólicos para generar controversia, hiriendo sentimientos y creencias. Respetar es lo primero que todos tenemos que aprender cuando venimos al mundo. La necesidad de celebrar la diversidad cultural no es incompatible con el respeto a las creencias religiosas. Han pedido perdón, ojalá nadie vuelva a ignorar que la creatividad y la inclusión cultural bien merecen el respeto por las diferentes creencias y valores. Y no olvidemos que lo primordial era dar fuerza y protagonismo a los deportistas olímpicos.

El deporte nos ayuda a optimizar ese motor que todos llevamos dentro: nuestro espíritu. Su combustible es la constancia, el esfuerzo, la disciplina y, por supuesto: la fe. Nuestra fuerza está en la fe: nuestras acciones son reflejo de nuestras creencias. Cuando crees en ti y en algo más grande y poderoso que tú, todo cobra una fuerza y sentido imparables. Alimentar esa fuerza interior es el mejor regalo que nuestros olímpicos pueden hacerse.

¡Ah! y no miremos hacia otro lado… Como compartió Alejandro Sanz con sus seguidores: de la tiranía no se vuelve. Ahí sí que nos extinguimos… de pura hambre.