El trípode del domingo

Grave riesgo de conflagración mundial

La guerra en Ucrania no acabará por supuesto con la derrota militar de Rusia

Mañana, 25 de marzo, se cumplen exactamente 40 años de la Consagración efectuada por el Papa San Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro del Vaticano, ante la imagen de la Virgen de Fátima traída por vez primera desde la misma Capelinha de la Cova da Iria. Fue para efectuar la consagración anunciada por la Virgen el 13 de julio de 1917 en Fátima para evitar la que sería la Segunda Guerra Mundial y solicitada su realización por Ella el 13 de junio de 1929, en la localidad pontevedresa de Tuy donde residía la entonces religiosa Dorotea sor Lucía, la pastorinha encargada de transmitir el mensaje. El Papa Pio XI no efectuó esa consagración y diez años después en 1939 estalló la Guerra. Hubo una Consagración efectuada en 1942 por Pio XII, no de Rusia sino «del mundo» y, -que en efecto como le había anunciado el Señor a Lucía en 1940,- no evitaría la Guerra, ya comenzada-, pero «serviría para acortarla». La misma Historia militar acredita lo sucedido tras ese 31 de octubre de 1942, con el mes de noviembre ya convertido en un auténtico «parteaguas» de la contienda.

En ese mes, las derrotas del Eje, del Afrika Korps de Rommel en el Alamein; del VI Cuerpo de Ejército de Von Paulus en Stalingrado, y en Guadalcanal en el Pacífico, significaron el principio de la derrota definitiva del Eje en la guerra. Una guerra con Rusia implicada directamente remite sin dudar a Fátima, y por ello mismo, desde el estallido del conflicto en Ucrania es necesario analizar la Historia para verificar que las promesas del Cielo se cumplen siempre.

Lógicamente condicionadas a que a su vez se cumplan las peticiones vinculadas a ellas. La guerra en Ucrania no acabará por supuesto con la derrota militar de Rusia, sostenerlo es un absoluto despropósito, que no pretende sino seguir alimentando una guerra de desgaste para beneficio de las elites globalistas que dominan el complejo armamentístico mundial que está haciendo un gran negocio con ella. El Muro de Berlín y la mismísima URSS no cayeron por una victoria militar de la OTAN sobre su homónima comunista el Pacto de Varsovia, sino por lo que hizo Juan Pablo II hace ahora 40 años. Tras el terrible atentado de Moscú -si se confirma la extraña autoría del estado islámico DAESH- unido a la guerra en Oriente próximo de Israel contra Hamas colocan al mundo ante un muy grave riesgo, que exige se cumpla lo que falta por cumplir del mensaje de Fátima. Entre ello la devoción de los 5 primeros sábados de mes. Y con urgencia.