Editorial

Israel, Irán y el espontáneo Sánchez

Palestina no aliviará las serias dificultades en política doméstica del presidente. Solo conseguirá que España sea cada vez más invisible en la geoestrategia mundial

Como era de esperar Israel movió ficha en el tablero de Oriente Medio contra Irán en respuesta al brutal ataque contra su territorio con cientos de drones y misiles. Que la ofensiva criminal de Teherán resultara un fracaso por la eficacia de las defensas de Tel Aviv y de sus aliados norteamericanos y británicos no minimiza y ni siquiera relativiza la gravedad y la dimensión de los planes de la república islámica. Estos respondieron estrictamente a la política oficial del régimen y de todas sus terminales terroristas con las que libra una guerra encubierta contra Israel desde hace años y que no es otro que la eliminación del estado hebreo y de todos sus ciudadanos. El ataque israelí se centró en objetivos militares en la zona de Isfahan, en el centro de Irán. De la base aérea golpeada con aparatos aéreos no tripulados partieron los drones en el primer ataque directo iraní contra territorio israelí del pasado sábado por la noche. La operación fue en todo caso intencionadamente limitada y solo cabe interpretarla como un mensaje interno de fortaleza y determinación, pero sobre para las autoridades y la sociedad iraníes en torno a su vulnerabilidad e inferioridad frente a las capacidades bélicas de Tel Aviv. Muy probablemente también haya que buscar la contención judía en algún tipo de compromiso con Washington que condicionó su ayuda directa contra los misiles iraníes y el respaldo expreso a las operaciones en Gaza contra los terroristas de Hamás en organismos internacionales, plasmado, por ejemplo, en el veto de Washington al ingreso de Palestina en la ONU como miembro de pleno derecho, a la voluntad de no alimentar una escalada fatal de las hostilidades. En todo caso, y más allá de estas operaciones meditadas, con sutileza e ingenio casi quirúrgicos por parte de Israel, el panorama es crítico en un Oriente Medio que sobrevive sobre un polvorín a expensas de que alguien, Teherán, en este caso, o sus matarifes a sueldo, lo detonen y precipiten el conflicto hacia un punto de no retorno. Es en este contexto en el que la diplomacia inteligente y medida puede ser útil con planteamientos serios que acaben con el sufrimiento baldío e inherente al estado de guerra que provocaron Hamás e Irán en su propósito de exterminar Israel. Por esa razón, el papel de Pedro Sánchez con su ditirámbica gira de autoafirmación exterior para recabar apoyos en el reconocimiento del estado palestino ha acabado en fracaso. Que él mismo resaltara su «papel de vanguardia» en esta controversia internacional, ensalzado en Europa, Oriente Medio y la comunidad árabe conforme al discurso monclovita, deja aún más en evidencia la irrelevancia del presidente y el tremendo error de irrumpir como un espontáneo en una guerra y su crisis en contra de los principios más elementales del canon diplomático y sobre todo sin contar con nuestros aliados. Palestina no aliviará las serias dificultades en política doméstica del presidente. Solo conseguirá que España sea cada vez más invisible en la geoestrategia mundial.