Al portador
Koldo, Ábalos y el test del pato
«Tenía autorización, pero en Fomento llamaba la atención la mucha frecuencia con la que Koldo pedía dinero en efectivo»
James Whitcomb Riley (1849-1916) fue un poeta estadounidense que escribió que «cuando veo un pájaro que anda como un pato, nada como un pato y grazna como un pato, lo llamo pato». El paso del tiempo y su cita frecuente convirtió la frase en el «Test del pato», que explica cómo una persona puede identificar algo desconocido si observa con atención sus características. Pero Grullo. Koldo García Izaguirre, que empezó de aizkolari y portero de discoteca –burdel matizan sus detractores– y, desde su militancia socialista, llegó a consejero de una filial de Renfe y también a millonario en un suspiro, quizá encajaría en una versión más cruda de la descripción de Whitcomb. Detenido en el marco de la Operación Delorme por un presunto cobro de comisiones, fue persona de confianza de José Luis Ábalos cuando era ministro de Fomento y que ahora, por mucho que se ponga de perfil, se ve salpicado por el escándalo. Las andanzas de Koldo, arropado en sus inicios por Santos Cerdán, secretario de organización del PSOE, generaron cantares en el ministerio. Por ejemplo, pedía con mucha regularidad –con las autorizaciones oportunas– dinero en efectivo. Nada ilegal, pero llamaba mucho la atención en tiempos en los que el metálico se utiliza cada vez menos. La detención de Koldo y otras 17 personas abren otra vía de agua en el Gobierno de Sánchez que, por supuesto, no debía saber nada, ni tan siquiera sospecharlo, pero que no puede eludir la responsabilidad de lo que hubo en el entorno de su equipo. Rajoy fue víctima de algo similar. También revive las dudas sobre las auténticas razones del cese de Ábalos del ministerio y de la dirección del PSOE, y la foto de Sánchez, al lado del aizcolari, tampoco ayuda. Más ruido, la Teniente Fiscal del Supremo rechaza la imputación de Puigdemont en el caso Tsunami, contra la opinión mayoritaria de sus colegas del Tribunal. Y si Koldo García fue rápido, hay otros que también lo son. No tiene nada que ver, pero Óscar Puente ministro de Fomento, como Ábalos, no ha tardado en descubrir –todo según las normas– que puede jugar al golf en el Club Puerta de Hierro y aprovecha la oportunidad. Lo del aizcolari es diferente, pero recuerda –solo habría que cambiar lo de pato quizá por corrupción, llegue donde llegue– al test del pato de Whitcomb.
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