
Editorial
El legado económico de Sánchez como losa
El legado de Sánchez no es un cohete, sino un petardo convertido en una losa, con la deuda como espada de Damocles para generaciones de españoles que la pagarán en forma de impuestos, inflación, menos crecimiento o la suma de todo
En economía el triunfalismo y el engaño funcionan regular. Son fácilmente desmontables por el aluvión de estudios y estadísticas que se publican a diario. Pedro Sánchez lo sabe, pero le es indiferente porque su discurso del milagro, el de España como la locomotora económica de Europa, que condensa el eslogan de que «vamos como un cohete», alimenta la propaganda y una quimera política e institucional que es de lo que se trata. Aferrarse a un montaje para sobreactuar en este campo tropieza con otra variante que es el día a día de los ciudadanos, la economía real de las empresas y los hogares. Los estudios de opinión no recogen los frutos de los hitos de la gestión de Sánchez de los que se jacta en sus comparecencias y en su cuenta oficial, sino las carencias y los reveses para llegar a fin de mes. Pese a todo, el presidente no desaprovecha cualquier oportunidad sobre un dato oficial para reincidir en su narrativa del éxito. En las últimas horas, sin embargo, ha sido parco en palabras, como lo es cuando se le pone por delante la preocupante realidad. Hemos conocido que la deuda de las administraciones públicas se situó en junio en una cifra histórica de 1,625 billones de euros, tras aumentar en 24.769 millones respecto a mayo, con una tasa de crecimiento del 3,6% en términos interanuales para una ratio deuda-PIB que escaló al 108,2%. Esto, que ya de por sí haría saltar todas las alarmas de cualquier responsable mínimamente serio y comprometido con el presente y el futuro de su país, multiplica su gravedad en un contexto de recaudación récord de IRPF de 122.000 millones de euros, un 30% más que hace tres años, y por IVA de 88.000 millones de euros. Se pensaría en unas finanzas saneadas, pero está lejos de ser así con más deuda neta y un parón del crecimiento. Desde Moncloa tampoco se ha valorado con la celeridad de otros días que la facturación del comercio cayó un 1% en junio, la de la industria se hundió un 5%, que las exportaciones de bienes se redujeron un 2,4% y que el sector servicios apenas progresó mientras las inmobiliarias anticiparon subidas en los precios de la vivienda. Ponerse de perfil frente al significado de estas magnitudes, más allá de otras en las que somos líderes negativos de Occidente, relativizarlas siquiera, habla de negligencia e incompetencia en el mejor de los supuestos y de alevosía y deslealtad con los ciudadanos, en el peor. Bajo el sanchismo se ha alcanzado el cénit de la frivolidad y la manipulación en economía con maquillajes de datos escandalosos. Se ha despilfarrado el mayor estímulo fiscal y monetario de la historia de la democracia al tiempo que nos hemos convertido en el tercer país de la Unión Europea en riesgo de pobreza. El legado de Sánchez no es un cohete, sino un petardo convertido en una losa, con la deuda como espada de Damocles para generaciones de españoles que la pagarán en forma de impuestos, inflación, menos crecimiento o la suma de todo. Virar 180 grados el rumbo económico es cuestión de estado.
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