El buen salvaje
Lengua estofada
El pinganillo no deja de ser una morcilla, la idea de una morcilla, o de una butifarra, qué más da, que se ha colado en el Congreso.
Sin que sirva de precedente me ha convencido el argumento de Bildu, del PNV y del nacionalismo gallego. A ver, ¿por qué se privilegia el catalán en Europa a la hora de pedir que todas las lenguas españolas sean oficiales en la UE? Si yo fuera de Bilbao o de Pontevedra estaría molesto por aquello de que siempre tengan que ser los catalanes los que se alcen con el protagonismo nada más empezar la serie «Babel(ia) en la Carrera de San Jerónimo». Claro que ni Bildu ni el PNV han pedido para preinvestir a Moisés que el mundo entero hable su lengua, pero está feo empujar a un idioma y dejar a los demás detrás, como si fuera el castellano, esa lengua que todo el mundo habla y no tiene quien la defienda, sufriente de un bullying sistemático y cruel. La imagen de un negro ante un supremacista blanco sin que nadie hinque la rodilla.
El castellano sería una buena bandera para Podemos, salvaguarda de las causas perdidas. Incluso la unidad de España podría ser una muesca en el nuevo revólver de la marca de Irene Montero a poco que se tomen dos cañas y caigan en la cuenta en vez de en la cuneta. Estaría bien desgañitarse por los pobres españoles que se sienten marginados ante la presión berzotas de los fuertotes. Eso era ser de izquierdas. Pero no. La izquierda, de tanto apoyar a los ganadores, aparecerá como la parte facha de este disco de canciones versionadas en varios idiomas, al estilo de aquellos grandes éxitos que se traducían, he ahí la terrible «Chiquitita» de Abba.
Lo más curioso de este episodio de lenguas de vaca estofada es que será más el ruido que provoca que lo que de verdad cambie en la vida de alguien. Seguirá sonando el despertador, unos saltarán de la cama, la alegría de vivir, y otros rogarán por no salir de ella jamás, algo así es la depresión. El pinganillo no deja de ser una morcilla, la idea de una morcilla, o de una butifarra, qué más da, que se ha colado en el Congreso. Y vuelvo al comienzo. En esta carretera perdida, si fuera de Bildu me sentiría como un autoestopista en la autopista de Junts.
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