
Canela fina
Ley de extranjería, negritud y arabidad
«España tiene el deber histórico de atender a la Negritud tras siglos de estimular la compra y traslado de esclavos negros a América»
Entre las mayores vergüenzas de la historia de Europa cristiana se encuentra el pasaje atroz de la esclavitud. Franceses, ingleses, portugueses, belgas, holandeses y españoles nutrieron sus colonias en América de esclavos cazados en África. Hacinados en las ergástulas de los barcos, los esclavos negros cruzaban el Atlántico para trabajar en tierras extrañas. No pasaban de ser otra cosa que lastre en los barcos negreros y se los arrojaba al mar si las borrascas o los huracanes así lo aconsejaban. Se suele argumentar que los españoles se ensañaron un poco menos que los otros europeos. No es cierto. Se olvida con demasiada frecuencia que entre 1580 y 1660 Portugal formó parte de España y que los Reyes Felipe II, Felipe III y Felipe IV fueron también reyes de Portugal.
Con respeto a los derechos humanos y a la legislación internacional, nuestra nación tiene el deber democrático de acoger debidamente a los inmigrantes sea cual sea el color de su piel y sus circunstancias raciales y religiosas. Habrá que reconocer, en todo caso, que España tiene además un deber histórico con la Negritud, después de la trata de esclavos que nos benefició durante tres siglos. Estoy, en fin, abiertamente al lado de los negros.
A la inmigración musulmana es necesario otorgarle el tratamiento que exige el respeto a los derechos humanos y la legislación internacional. Pero no tenemos con ellos deber histórico alguno. Los musulmanes invadieron España, la dominaron casi por completo y los cristianos tardaron ocho siglos de tenaz reconquista hasta que los Reyes Católicos derrotaron definitivamente a los musulmanes en 1492. Es cierto que dejaron monumentos como la Alhambra en Granada, la Giralda en Sevilla o la Mezquita en Córdoba; que modernizaron el campo español y que produjeron una literatura excelente, estudiada a fondo por mi inolvidado amigo Emilio García Gómez. El insigne académico, traductor de «El collar de la paloma» de Ibn Hazm y de otros poetas como Ben Quzman, resaltó la calidad y significación de las jarchas, zéjeles y moaxajas de la lírica hispano árabe.
La ley de extranjería debe ceñirse también al deber histórico con la Negritud, llevando al conocimiento de la opinión pública que España no puede tratar la inmigración melanoafricana como una oportunidad política o un tsunami agresivo para descuartizar al partido político rival.
Luis María Anson,de la Real Academia Española.
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