Al portador
Un líder transversal o un repartidor de esperanzas
El 23-J ganará el líder que sea más transversal y que reparta o negocie más esperanzas
Napoleón Bonaparte (1769-1821), que apenas vivió 51 años y los últimos seis exiliado en la isla de Santa Elena, sabía mucho de liderazgo: «Solo hay –decía– una manera de guiar a un pueblo: mostrándole un porvenir. Un líder es un negociador –repartidor– de esperanzas». En la España del bibloquismo, con un ordenamiento jurídico civil de raíz napoleónica, dos líderes muy diferentes disputan, con objetivos distintos, el favor popular, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Los dos saben que todavía no hay nada decidido. El primero asume que su adversario tendrá más votos, pero aspira a que no sean suficientes para que pueda gobernar. El segundo pretende sustituirlo en La Moncloa y al frente del país. Las encuestas –más allá de lo que anuncie el inefable Tezanos– dan vencedor al candidato popular, pero todavía no ha ganado ni puede formar gobierno. La pelea, sin duda, se encarnizará en las próximas semanas, sin que haya garantías de que no pueda haber alguna gran sorpresa, que suele perjudicar al favorito.
El 23-J ganará el líder que sea más transversal y que reparta o negocie más esperanzas. Felipe González fue el político que mejor y durante más tiempo lo consiguió, aunque nada es eterno. Ayer, desde una posición templada, defendió que gobierne la lista más votada si no hay otra opción. Sánchez, sin embargo, descarta ser transversal, algo que incomoda a parte de su clientela. Feijóo, que tampoco es un líder arrollador, pretende agrupar a su propio público, pero también a los descontentos/cabreados/decepcionados por el líder socialista. El jefe del PP sueña con no necesitar, por acción u omisión, el apoyo de Vox. Está cómodo en la socialdemocracia de centro derecha, heredera de una democracia cristiana fallida en España pero partidaria de políticas sociales y solo lo justo de liberal. Ayer Feijóo colocó el cartel de «no hay entradas» en el foro de «La Razón de», explicó que el sanchismo es «una versión tardía de Podemos», defendió un «cambio tranquilo» y reclamó una mayoría suficiente para gobernar en solitario. Gallego y desconfiado, como el José Bastida de Torrente Ballester, recuerda que «las elecciones se pueden perder cuando se cree que se van a ganar» y deja una puya: «Vox y PSOE han votado con frecuencia juntos contra el PP». Feijóo reclama la transversalidad como gancho electoral y solución para el país, porque el 23-J lo que se elige en el fondo es «un negociador –repartidor– de esperanzas», que quizá no sean las mismas para todos, pero que encajarían en el liderazgo que describía Napoleón.
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