
Editorial
Mando único en una emergencia nacional
El Gobierno no puede quedarse entre bambalinas ni acomodarse en una posición subalterna en esta emergencia nacional
Con el paso de los días, no existen dudas sobre que el país se encuentra ante una emergencia nacional más que ante la convulsión y los efectos de una meteorología crítica, pero pasajera. El desastre ha llegado para quedarse con sus estragos, secuelas y dolor durante los próximos meses. El de la emergencia nacional constituye la categoría precisa y el Estado debe aplicarse en consecuencia ante la mayor catástrofe natural del siglo y con toda probabilidad la más devastadora que podamos recordar las presentes generaciones de españoles. Las imágenes aéreas y satelitales muestran los tremendos daños del infierno provocado por el agua torrencial y destructora. Hay quien ha calificado las tierras anegadas como una zona de guerra de casi 200 kilómetros y cuenta con razones para definirlo con expresiones tan rotundas y excepcionales. La alarma es absoluta en línea con el dantesco panorama de necesidades básicas en demasiados puntos de la geografía golpeada, la incomparecencia del auxilio básico e incluso la no retirada de cadáveres por tercer día consecutivo. Existe la sensación instalada en la sociedad española de que la embestida de la naturaleza ha sobrepasado la capacidad de respuesta inmediata de las administraciones y cunde la percepción de orfandad, abandono y desprotección por más que el esfuerzo hercúleo de los miles de miembros de los servicios de socorro y salvamento, de los cuerpos de seguridad, de las Fuerzas Armadas y la entera sociedad civil esté obrando milagros. Cuando el sufrimiento es total, la vida de tus seres queridos, el presente y el futuro se sumen en la oscuridad, la desesperación, la incredulidad y las preguntas lo invaden todo mientras persigues la subsistencia. Hay interrogantes por responder, pero es el tiempo de la coordinación y la cohesión, porque la política de colaboración siempre resulta preferible a la de confrontación, que algunas voces insisten en agitar a diario de manera extemporánea y oportunista. Hemos mantenido que habrá tiempo para evaluar y fiscalizar la gestión de todos y cada uno de los responsables competentes y rendir cuentas, extraer las enseñanzas y corregir los errores con el único propósito de que estemos más y mejor preparados, que nuestra cultura de la prevención sea óptima, que la información y las alertas sean eficaces y que se apliquen protocolos de socorro y salvamento en el marco de una logística y una operatividad propias de una potencia del primer mundo. El día a día sobre el terreno ha puesto de manifiesto que el enemigo es un coloso y el empeño de la misión requiere un mando único. El Gobierno no puede quedarse entre bambalinas ni acomodarse en una posición subalterna. No hay mayor deslealtad con los españoles que ponerse de perfil, esconderse tras una administración regional, a la que mancilla con sibilina desvergüenza, dosificando recursos con parsimonia incomprensible. No hay rincón ni sombra para encubrir el tacticismo ni orfeón mediático ni comisarios de la RTVE que lo blanqueen. Que asuma su deber sin excusas.
✕
Accede a tu cuenta para comentar