El ambigú

El Manifiesto de los Persas

Una prensa libre es fundamental para una democracia saludable

Resulta muy difícil abstraerse de lo ocurrido en España en los últimos días donde atónitos hemos asistido a una renovación de votos presidenciales, cuya principal consecuencia resulta ser el cuestionamiento de la calidad de nuestra democracia y la necesidad de su regeneración, encontrando los principales problemas en la prensa y en el poder judicial, en mi opinión, algo profundamente desacertado. Decía el político inglés Enoch Powel que «Todas las carreras políticas acaban en fracaso» puesto que tarde o temprano todos los políticos dejan de estar a la altura de las expectativas o son obligados a dejar el poder, lo que lleva a un final de carrera percibido como un fracaso, y no cabe duda de que el ejercicio de la política es difícil. En el Manifiesto de los Persas se cuenta que «era costumbre en los antiguos persas pasar cinco días en anarquía después del fallecimiento de su rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias, les obligase a ser más fieles a su sucesor […]»; recordemos que constituía un documento dirigido a Fernando VII por un grupo de diputados en 1814, siendo la cita parte de la argumentación que usaron los redactores para apelar al rey a restaurar la monarquía absoluta y revocar la Constitución de 1812. La referencia a los antiguos persas en este contexto servía para ilustrar cómo la ausencia de un líder fuerte y legítimo (como ellos consideraban al rey) podría conducir al caos y la desgracia, reforzando su argumento de que España necesitaba un monarca absoluto para garantizar el orden y la estabilidad; todo ello muy alejado del estado actual de nuestra democracia la cual goza de muy buena salud, si bien requiere de un escrupuloso respeto a las reglas del juego, y sobre todo, al adversario y su legitimidad. La principal regla de la democracia es que el poder se gana venciendo al adversario político y no destruyéndolo cono si se tratara de un enemigo. La generación de polarización se vuelve contra su agente activador; la denominada «política del caos» es un término que suele aplicarse a estrategias políticas que buscan desestabilizar, confundir o crear conflictos para obtener beneficios políticos. Este enfoque puede incluir la manipulación de eventos, la distracción de temas importantes o el uso de tácticas de división para consolidar el poder y esto da pocos réditos en las democracias asentadas y fuertes como la española. No cabe duda de los riesgos que genera la información rápida y a veces no verificada, que permite la difusión de noticias falsas y desinformación, y que pueden tener consecuencias graves en la sociedad, pero mayor riesgo produciría la censura, a través de la cual los gobiernos o entidades poderosas pueden censurar opiniones contrarias o críticas, limitando así la diversidad de puntos de vista y la libertad de expresión. Una prensa libre es fundamental para una democracia saludable, ya que facilita la rendición de cuentas y el debate público; una regulación excesiva debilita estos procesos, colocándonos en una Slippery slope (pendiente resbaladiza), una vez que se establece algún grado de control sobre la prensa, puede ser fácil incrementar progresivamente ese control hasta llegar a una censura más amplia y restrictiva. El debate es muy interesante y además necesario, pero el momento y la causa elegida son muy desacertados. La política no es un juego, sino un serio negocio para el futuro de nuestro país y nuestra gente. Requiere madurez, responsabilidad y un compromiso inquebrantable con el bien común. Un líder político maduro no es aquel que solo busca la victoria electoral, sino quien se dedica con sinceridad y responsabilidad a resolver los problemas reales de la sociedad en su conjunto.