
Aunque moleste
Menuda inventada
Inventar inventaría Aldama, pero es increíble que Ábalos no supiera nada
El problema mayor de Ábalos, como el de Pedro Sánchez, es que carecen de credibilidad. Cuando das hasta once versiones diferentes sobre el encuentro en Barajas con Delcy, a cada cual más contradictoria, no puede pretender el exministro que nos creamos, como declaró tan pancho ante el juez, que él no tenía relación con Aldama, pues todo era cosa de Koldo. Sí, ya sabemos que han pactado una suerte de omertá siciliana para no reconocer ningún delito, no acusarse el uno al otro, no pisarse la manguera y negar hasta lo evidente. Solo que la evidencia es difícil de esconder. Dijo Ábalos que a Aldama le vio «alguna vez», cuando resulta que le sentó a su derecha en la planta noble de Ferraz para negociar con Guaidó, y firmó con él un contrato de compraventa para un piso de dos-kilos en plena Castellana. Bueno sí, pero allí vivía un okupa y tralará. Espera Ábalos que el juez del Supremo se trague los sapos de su relato: él no sabía nada porque todo eran cosas de Koldo, que hasta le pagaba sin su permiso el piso y el teléfono a su novia, a la que luego colocó en una empresa dependiente del Ministerio, saltándose a 900 aspirantes. Un genio Koldo: desde su cargo de asistente mandaba en el Ministerio, en otros Ministerios y en buena parte de las autonomías. Y mandaba sobre Torres y Armengol «cariño», vale. Mandaba tanto que mandaba hasta sobre el propio ministro, al que obligó a aceptar el apartamento y los teléfonos de su amante, a disfrutar de un chalé en Cádiz, a comprarse un pisazo en Madrid, a echar cuatro ratos con señoritas en locales alquilados, a reunirse con Aldama y unos venezolanos en la planta-tres de Ferraz, a sentarlo a su derecha y a meterle en el avión en el que llegó Delcy a Barajas. Manejaba Koldo al ministro como a su marioneta, obligándole a llevarse 400 mil pavos de las comisiones ganadas por el mediador en el caso mascarillas, siempre según Aldama, que ayer en el Supremo dijo más: entre el 1 y el 1,5 de las comisiones por la obra pública eran directamente para el PSOE. Menuda inventada, Pedro. Hace tres días al inventor Aldama le llamaban Anacleto, agente secreto de la Tía y de Cía, un pequeño Nicolás que no para de imaginar. Pero resulta que es verdad que se codeaba con la CIA, y que Marlaska le agasajó con una medalla de la Guardia Civil. Inventar inventaría, pero lo que no nos vamos a creer, como no se lo cree el fiscal anticorrupción, es que Ábalos no sabía nada de esto, pues todo era cosa de Koldo, que le adulaba con mordidas, pisos, novias y regalitos, que por supuesto él no quería.
El problema es que, por mucho que funcione la omertá, Aldama era más que el pequeño Nicolás. Ahora Marizú le llama «empresario» porque, claro, su jefe de gabinete sí que se reunía con empresarios. Dicen que María Jesús ya ha comprado varios lotes de pomada, aunque Torres le recomienda aloe-vera canario, cosecha Tito Berni, el mismo que él piensa utilizar.
Pobre Ábalos. No sabía nada y mira en la que le ha metido Koldo. Y a Sánchez también. Menuda inventada.
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