Apuntes

Misterios y enigmas del socialismo español

Puede ser que nuestros socialistas hablen de boquilla o sólo quieran decirle a ese pueblo español lo que quiere oír

Leo que en Barcelona estudian cómo llevar agua en barcos y compruebo que mientras los embalses de la cuenca del Ebro están al 51 por ciento de su capacidad, es decir, que almacenan más de 4.000 hectómetros cúbicos, los de la cuenca interior de Cataluña están al 18 por ciento, con poco más de 127 hectómetros cúbicos, y bajando. Cuando lo del Plan Hidrológico Nacional, el del gobierno de Aznar, una parte de las nuevas infraestructuras hidráulicas estaban destinadas a acrecentar las reservas de agua en Cataluña, especialmente en Barcelona, para no tener que mirar periódicamente al cielo oteando la lluvia. Salió aquello de «el Ebro es nuestro» y el siguiente gobierno del PSOE se cargó el gran proyecto del trasvase. Leo, también, que se abre la posibilidad de acometer las obras de ampliación del puerto de Valencia, que hace unos años era el de mayor tráfico de mercancías de España y me pregunto, retóricamente, por las razones de la paralización de una obra de especial interés económico como la del puerto valenciano. Tampoco se aclara uno sobre qué impide que se termine el corredor ferroviario mediterráneo, porque se tardan décadas en poner en marcha los grandes desarrollos urbanísticos cuando la gente del común anda endeudándose hasta las cejas para conseguir una vivienda digna y no entiendo cómo un proyecto aprobado con todas las de la ley para evitar que se seque Doñana duerme desde hace más de un lustro en un cajón. Y sólo encuentro un denominador común para tanto enigma, que es el PSOE. Es un misterio, pero siempre aparece el rastro socialista cuando se caen, se paralizan o, en su caso, se destruyen las grandes infraestructuras, los equipamientos y las obras que deberían habernos llevado a dar el «gran salto adelante», por remedar al Gran Timonel. Tenemos un Gobierno socialista que quiere acabar con la energía de origen nuclear mientras apoya que la UE declare las centrales como productoras de electricidad verde y que funge de adalid de la descarbonización al tiempo que subvenciona los combustibles fósiles de automoción. Un Gobierno socialista que nos dice que el futuro del automóvil es eléctrico o no será, pero que es incapaz de extender la red de recarga, que persigue a las grandes empresas eléctricas o que pone trabas a la minería del litio, mineral decisivo en la fabricación de baterías. Un Gobierno socialista que gestiona mirando al ábaco del número de escaños que necesita para seguir en el poder en lugar de proyectarse en el futuro de todos los ciudadanos. Parece de locos, pero nos gobiernan unas gentes del PSOE que se dicen convencidas de la inevitabilidad de la catástrofe climática pero que no mueven un dedo para dotar al país con los nuevos pantanos, acueductos, canalizaciones, depuradoras y demás obras que serán necesarias, cuestión de vida o muerte, cuando el calentamiento global se nos eche encima. Un Gobierno que no trabaja en impulsar las centrales de alta capacidad para garantizar el suministro que asegure las líneas de frío con que conservar los alimentos. Aunque, claro, puede ser que nuestros socialistas hablen de boquilla o sólo quieran decirle a ese pueblo español, fragmentado hasta la náusea en identidades minoritarias, lo que quiere oír. Sí, misterios y enigmas de un PSOE que se cepilló el Plan Hidrológico Nacional y no hizo nada a cambio. Sólo sentarse a mirar como el agua del Ebro se iba al mar, mientras en el Delta se seguían levantando urbanizaciones de chalés.