Parresía

Nadie quiere a Irene Montero

En resumen, lo único que van a decidir las bases es si dan libertad o no a la dirección para que ellos negocien lo que crean conveniente.

Para mí, ha sido la noticia más relevante de la semana. El Tribunal Supremo se ha pronunciado sobre la ley del solo sí es sí y ha concluido que tenían razón aquellos jueces que, a lo largo de estos meses, han tenido que rebajar condenas a agresores sexuales: solo se limitaban a cumplir la norma estrella de la ministra Irene Montero. No eran «machirulos», no eran fachas, eran simplemente profesionales, atendiendo a revisiones de condena ablandadas a raíz de la entrada en vigor de esta ley maldita, que ha provocado que más de mil agresores sexuales se hayan visto beneficiados y, de ellos, más de cien hayan salido ya a la calle. Eso, sin contar las más de mil condenas que siguen pendientes de revisión.

Aunque el PSOE dio marcha atrás y se abrió a revisar la ley, aunque Pedro Sánchez se agarró finalmente al dictamen del Tribunal Supremo, es justo recordar que, en su día, todo el Gobierno aplaudió unánimemente la aprobación de esta norma chapucera, por la que nadie ha dimitido. ¿Quién responde ahora ante las víctimas? Tanto ellas como los españoles indignados por este asunto hablarán en las urnas el 23 de julio. Ya se posicionaron el 28 de mayo, cuando Podemos perdió gran parte de su poder territorial. Pero este varapalo, desde el propio Supremo, puede ser la estocada final a la formación morada. Irene Montero se ha limitado a tuitear que la decisión del alto tribunal es una mala noticia. Para empezar, la mala noticia es que ella siga siendo ministra.

Y lo es también para su propio partido, que ve cómo la titular de una cartera en peligro de extinción, la líder carismática en ausencia de Pablo Iglesias, es vetada en SUMAR. No la quieren por su gestión y por lo que ella representa en formaciones como Más País, liderada por Íñigo Errejón (una de las víctimas de Iglesias). El último capítulo de la cuenta atrás para que la coalición Podemos-SUMAR salga adelante llega ahora en forma de consulta rápida a las bases moradas. La pregunta que se les hace no tiene desperdicio: «¿Aceptas que el Consejo de Coordinación de Podemos –es decir, su cúpula, Belarra, Montero, Echenique– (…) negocie con SUMAR y acuerde una alianza electoral?» En resumen, lo único que van a decidir las bases es si dan libertad o no a la dirección para que ellos negocien lo que crean conveniente, sin entrar en detalles. Las bases no pueden tachar a Montero y compañía de la ecuación. Me temo que las bases no tienen margen de maniobra. ¿Para qué preguntarles, entonces? Al final, esto va de pura subsistencia. De cuántos diputados de cada partido pueden entrar en las listas de la coalición naciente, a la izquierda del PSOE. Sálvese quien pueda.