Los puntos sobre las íes

Mi Navarra

Navarra nunca ha formado parte de un País Vasco que siempre ha ostentado la condición de territorio nacional

He de reconocer que me impactó tanto como me asqueó contemplar el fondo Sur de La Cartuja atestado de ikurriñas el día D de la Copa del Rey. Lo cual sería normal si quien hubiera disputado la final fuera el Athletic, la Real o incluso ese meritorio Alavés con posibilidades de ascender a Primera. Pero, no, los que portaban la bandera oficial de la comunidad vecina en cantidades industriales no eran leones, tampoco txuri urdin o babazorros, sino más bien, osasunistas y presuntos navarros. Fiel termómetro de lo que está aconteciendo en la tierra que me vio nacer. Dicen que una imagen vale más que mil palabras: del asco pasé sin solución de continuidad al vómito moral cuando contemplé varios estandartes directamente etarras. Es impresentable que se permitiera que la de largo mayor lona de la hinchada rojilla fuera una con una gigantesca inscripción: «Jotake». Lo cual no les sonará absolutamente de nada a los profanos en la materia pero nos dice todo a los navarros en general. «Jotake» era el lanzagranadas preferido por la banda terrorista, el diabólico artilugio con el que asesinó a decenas de policías, guardias civiles y militares, entre otros a dos agentes en el centro de Pamplona. Claro que tan malnacidos son quienes exhibían esa ignominia como las autoridades que permitieron por omisión que permaneciera allí todo el encuentro. En una democracia de calidad se manda a los antidisturbios a que la retiren por las buenas o por las malas y sanseacabó. Idéntico trato se otorgó a varias que pululaban por el graderío navarro con la no menos repugnante inscripción «Euskal presoak, euskal herrira» a favor de los reclusos etarras que asesinaron a 856 españoles, dejaron heridos, mutilados o calcinados de por vida a miles y provocaron la orfandad o la viudedad anticipada de otros tantos. Lo de las ikurriñas o las banderas navarras batasunas sin la corona nos lo tenemos que comer con patatas porque forma parte de la libertad individual. Lo que resulta indignante es tener que comulgar con esas ruedas de molino que son para cualquier ciudadano de bien estos hijoputescos actos de apología del terrorismo. El arriba firmante también tuvo que soportar los insultos de más de uno, más de dos y más de 10 aficionados osasunistas por el mero hecho de ser constitucionalista, navarro y español y por tener la maravillosa costumbre de cantar las cuarenta a los asesinos y a su comparsa. Esa basura humana, muchos de ellos genuinos maketos, no puede soportar lo obvio: que por mucho que intenten prostituir la historia, Navarra nunca ha formado parte de un País Vasco que siempre ha ostentado la condición de territorio nacional. Es más, Navarra fue reino, algo de lo que no pueden presumir sus vecinos occidentales, y más concretamente el último territorio en incorporarse en 1512 a ese inicio de España que fue la unión de las coronas de Castilla y Aragón. En la comunidad foral mandó históricamente el constitucionalismo, bien de la mano de UPN, bien bajo la batuta del PSOE, con apoyos conjuntos en las urnas próximos al 70%. La desidia de los primeros en la Educación y la alianza ahora de los segundos con Bildu, es decir, con ETA, ha provocado que el españolismo se encuentre bajo mínimos. Si a ello le unimos la financiación permanente del quintacolumnismo abertzale por parte de la Comunidad Autónoma Vasca nos explicaremos por qué la euskaldunización de Navarra avanza inexorablemente. Espero que Feijóo se tome esta cuestión tan en serio como la de Baleares. El día que ambas regiones caigan definitivamente en manos de los malos, España hará kaputt.