Al portador

La oportunidad del gasto de defensa y cómo malbaratarla

No debería ser una tarea hercúlea prescindir –en esa cifra enorme– de algunos dispendios y dedicar las mismas cantidades a defensa, que también es una inversión que genera actividad y empleo

Publio Siro (85-43AC), escritor romano, también muy popular en su tiempo como intérprete de «Pantominas», afirma en su «Sentencia, 467» que «las oportunidades se pierden por las deliberaciones». Samuel Johnson (1709-1784), venerado como el mejor crítico literario en inglés, pensaba que «los seres extraordinarios requieren oportunidades extraordinarias para ponerse a prueba». La geopolítica, de repente y con Donald Trump y Vladimir Putin en medio, ha provocado problemas inesperados que, por otra parte, también pueden ser oportunidades extraordinarias. Los dirigentes que afrontan ahora la nueva situación tienen la opción de demostrar que son «seres extraordinarios» o perderse en «deliberaciones». España, más que otros países de la Unión Europea, encara el reto de elevar su gasto en defensa y de forma notable, bastante más de lo que reconoce en público Pedro Sánchez, que tampoco quiere pactar ese asunto con el PP y que necesita torear con sus variopintos socios parlamentarios, la mayoría contrarios a destinar más dinero –ya sea poco o mucho–al capítulo defensivo.

El inquilino de la Moncloa, para contentar a los más críticos, apunta que el aumento del gasto en defensa se hará mediante una reordenación del Presupuesto. No está claro que sea posible, ni que los socios europeos –algunos sí han hecho sacrificios para gastar en defensa– lo permitan. Cuele o no cuele, todo indica que España perderá una oportunidad extraordinaria para revisar sus cuentas públicas en profundidad. Es difícil que haya un momento mejor para abordar la elaboración de lo que denomina «presupuesto base cero». Es decir, unas cuentas esbozadas sin dar por buena la renovación de ningún gasto previo sin una justificación necesaria y se revisa todo. A falta de los datos definitivos de cierre, las Administraciones Públicas españolas gastaron en 2024 unos 725.000 millones de euros. De ellos, alrededor de 475.000 correspondieron a capítulos sociales, es decir, vivienda, sanidad, educación, pensiones y otras prestaciones. Si no se tocan esas partidas, todavía quedan otros 250.000 millones de euros que podrían ser examinados con detalle y reconsiderados en bastantes casos. No debería ser una tarea hercúlea prescindir –en esa cifra enorme– de algunos dispendios y dedicar las mismas cantidades a defensa, que también es una inversión que genera actividad y empleo. Quizá sea la prueba que debe superar un dirigente para demostrar que es extraordinario o para perderse en las deliberaciones como decía Publio Siro.