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Eleuteria

Perdieron los demócratas

El Partido Demócrata necesita volver a convertirse en un partido de mayorías sociales indiferenciadas por sexo, raza, orientación sexual, etc

Donald Trump ha ganado finalmente las elecciones presidenciales de los EEUU. Lo ha hecho, además, con una contundencia mucho mayor de la que pronosticaban la mayoría de las encuestas. Ha obtenido una amplia mayoría del colegio electoral, ha ganado el voto popular, los republicanos han reconquistado el Senado y seguramente terminen consiguiendo mayoría en la Cámara de Representantes. Una clara ola roja que debería motivar a la reflexión al Partido Demócrata en dos frentes. Primero, la identidad ideológica de los demócratas se ha ido escorando cada vez más hacia la izquierda, buscando polarizar a la sociedad para generar una coalición mayoritaria de colectivos minoritarios agraviados. Lo que han conseguido por esa vía ha sido alejar cada vez más al resto de la sociedad: los republicanos no sólo ganan por abrumadora mayoría entre los hombres blancos (Trump cosechó más de 20 puntos de ventaja sobre Harris), sino también entre las mujeres blancas (más de 5 puntos de ventaja) y por primera vez entre los hombres latinos (Biden logró 23 puntos de ventaja sobre Trump en 2020 y ahora Trump ha logrado 10 puntos de ventaja sobre Harris). El espacio interseccional de los demócratas se ha ido achicando porque cada vez ahuyentan a más colectivos (por ejemplo, el discurso racial podría atraer a los latinos al Partido Demócrata, pero el discurso feminista radical puede alejar a los hombres latinos). El Partido Demócrata necesita volver a convertirse en un partido de mayorías sociales indiferenciadas por sexo, raza, orientación sexual, etc. Un partido de ciudadanos y no de colectivos históricamente agraviados y enfrentados con otros. Segundo, la elección de Harris puso de manifiesto las deficiencias de la democracia interna del partido: no es posible que la formación pretenda trasladar a los ciudadanos que buscan devolver el poder al pueblo arrebatándoselo a las élites cuando el propio partido es manejado con puño de hierro por una oligarquía de familias notables. Harris fue escogida por el aparato (difuso e informal) sin pasar por primarias: fue una imposición de la oligarquía demócrata gobernante en la sombra por encima de sus votantes. Y eso no atrae, sino que repele, a aquellos electores que podrían sentirse seducidos por esas llamadas a la democratización. En suma, estas elecciones no sólo las ha ganado Trump, sino que sobre todo las han perdido los demócratas.