Cuartel emocional

Arcadia feliz

No quiero imaginar la tensión que vivirán los candidatos en el recuento, porque las encuestas, en ocasiones, han dado sorpresas, aunque, salvo las del inefable Tezanos, son bastante atinadas, y en eso tenemos ya una dilatada experiencia los sufridos españolitos.

Al atardecer del día de hoy saldremos a ver la puesta del sol desde donde nos encontremos, trataremos de captar ese rayo verde, que es leyenda, y soñaremos con esa arcadia feliz que nos merecemos, ese cese de mítines, de campañas que ya nos tiene saturados y con la mente convulsa, con un hartazgo de caras que no queremos ver, voces que no queremos oir, mantras que se han repetido sin cesar hasta la náusea. Con la vista puesta en el mar de Ulises, ese mar que nos balancea, que nos mece como una cuna infantil, esa que ya tenemos olvidada porque los años no perdonan pero con la esperanza siempre en el corazón bullendo de deseos de armonía, de tranquilidad, de ausencia de sobresaltos. De esa Arcadia, en definitiva, mítica, soñada.

Hoy es un día de ansiedades, de sorpresas agradables para unos, de decepciones para otros, de alivios de cargas y hasta de sobrecargas. No quiero imaginar la tensión que vivirán los candidatos en el recuento, porque las encuestas, en ocasiones, han dado sorpresas, aunque, salvo las del inefable Tezanos, son bastante atinadas, y en eso tenemos ya una dilatada experiencia los sufridos españolitos. Si he de ser sincera no me siento cómoda con las líneas restringidas que se nos imponen en un día como hoy, pero creo que no infrinjo las normas si bromeo con la hacendosa Díaz, planchando su ropita, en un vídeo pintoresco donde asomaba el inevitable michelín que aparece en hombres y mujeres a una determinada edad en la zona del estómago, del que, salvo excepciones, pocos se libran. No sabemos qué quiso demostrar con este arrebato de actividad doméstica, quizá que hay que ir mona por la vida, que la de planchar es una tarea incluida en los cánones del feminismo, y que no es necesario pasarle esa “responsabilidad” a los hombres para no sentirse discriminada. En fin, una mamarrachada.

Más gráfico y demostrativo resultó la exhibición de una maqueta que simulaba el tan traído y llevado Falcon –y nunca mejor dicho, traído y llevado por el ser que habita la Moncloa-, para que a nadie se le escape el dineral que nos ha costado ese lujo a lo largo de estos últimos años, y, ya puestos, lo mucho también que ha costado al ecosistema esos traslados –particulares y privados-, del avioncito oficial. Luego vienen las compañías comerciales restringiendo los equipajes de los baqueteados pasajeros para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, aunque la que estas líneas suscribe se ha despachado a gustito con las maletas de estas vacaciones, para no echar de menos nada de lo que hay en casa.

Por cierto, a muchos nos ha encantado y causado admiración ver al centenario Kissinger viajando hasta China, suavizando a su provecta edad las relaciones entre aquel país y los Estados Unidos, con ausencia del ministro de exteriores asiático, a quien misteriosamente no se le ve desde los últimos días del mes pasado. Pero eso nos pilla muy lejos y aquí, a lo que aspiramos, es a unos resultados concretos en la jornada electoral de hoy, donde no existan mayores dudas ni posibilidades de una repetición electoral, lo cual nos llevaría a un bloqueo en la gobernabilidad de España durante otro período de sufrimiento, que, francamente, no nos merecemos.

CODA. Hay vidas a las que sacude la tragedia. Marta Chávarri ha aparecido muerta en su casa, una mujer que lo tuvo todo, o casi todo para ser feliz y fue dando tumbos sin encontrar una estabilidad, un arraigo o la armonía de la Arcadia feliz que da título a estas líneas. El destino es caprichoso y, a veces, no nos permite alcanzarla. O los individuos somos, en ocasiones, los que propiciamos nuestra propia desgracia…