
Editorial
La prioridad debe ser la reconstrucción
Carlos Mazón ha dado el primer paso en cuanto a una rendición de cuentas que exigirá otros en su momento con un alegato de defensa que no despeja las tupidas sombras de su papel en una crisis que puso a prueba un liderazgo que ha perdido el favor y la confianza de la sociedad
Más de dos semanas después de la peor catástrofe natural del siglo en nuestro país, el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, ha comparecido en Les Corts para rendir cuentas sobre su controvertida gestión en estos días de pesadilla que se han cobrado un número de vidas inasumible. El primer deber de todo responsable público es precisamente no eludir la verdad ni las consecuencias de sus actos, más aún en circunstancias como las de esta tragedia descomunal. La ciudadanía tiene el derecho a saber lo que ocurrió, qué y quiénes fallaron, el porqué de tanta desolación en víctimas mortales, la ineficacia en el socorro, la demora inexcusable en la ayuda imprescindible y a despejar los interrogantes de jornadas aciagas. Necesita esa fiscalización, esa depuración, para ganar confianza entre tanta desesperanza, pero sobre todo precisa certidumbre en el futuro, seguridad en que será posible superar la adversidad, cueste lo que cueste, y en que sus representantes sabrán estar a la altura. Carlos Mazón ha intentado ofrecer respuestas y explicaciones en su intervención sobre el antes, el durante y el después de la dana. Nos quedamos en primer lugar con su compromiso personal de no eludir «ninguna responsabilidad» y con su ejercicio de autocrítica en el que admitió que los protocolos «fallaron», que «se superaron todas las previsiones», que «hubo cosas que no se hicieron bien» y que se pudo hacerse mejor. Su petición de perdón a los valencianos era obligada. En segundo lugar, con el «apagón informativo» durante horas críticas al que la Confederación Hidrográfica del Júcar sometió a la administración valenciana. Esa oscuridad sobre la crecida del barranco del Poyo y que el aviso clave llegara a las autoridades por «un simple correo electrónico» simbolizan el caótico desarrollo y aplicación de los protocolos vigentes. En tercer lugar, con la comisión de investigación en Les Corts que deberá satisfacer las demandas justas de información y responsabilidad de la sociedad valenciana sobre los sucesos y sus protagonistas. A nuestro juicio, será imprescindible que las Cortes Generales hagan lo propio sobre el desempeño del Gobierno. Carlos Mazón ha dado el primer paso en cuanto a una rendición de cuentas que exigirá otros en su momento con un alegato de defensa que no despeja las tupidas sombras de su papel en una crisis que puso a prueba un liderazgo que ha perdido el favor y la confianza de la sociedad. Haberlo dado a un lado en un escenario tan devastador no habría sido lo mejor. La reconstrucción lo es todo y en ello deben volcarse todas las administraciones. Es una cuestión de estado y una emergencia nacional que Sánchez ha instrumentalizado sin atención al dolor ni la pérdida. Hasta hoy, la izquierda ha demostrado que, más que por reconstruir, está por destruir al adversario. Lo prueba un rastro indeleble de actuaciones arteras, ruines y mendaces por las que habrá de responder. Los valencianos han escuchado a Mazón. Aguardan a que Sánchez, Ribera y Marlaska no se escondan y den la cara.
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