El trípode
Del PSOE al PSP, el Partido Sanchista Progresista
Es inaudito que un político evadido de la justicia española contra el que el Juez instructor del Tribunal Supremo ha expedido varias OEDE’s, sea cumplimentado en el extranjero por el Presidente del Gobierno para rendirle la pleitesía debida para poder seguir en la Moncloa.
No es infrecuente que hechos y acontecimientos sucedidos durante nuestra vida, no alcanzamos a darle su adecuada dimensión hasta pasado el tiempo. De esta realidad derivan conocidos aforismos como que «las ramas no dejan ver el bosque», que acreditan que la sabiduría popular así lo tiene experimentado también para casos en que es la distancia geográfica unida a la temporal la que permite darle la adecuada importancia al suceso vivido. Aunque habitualmente es el paso del tiempo lo que permite decantar una opinión más fundamentada con un discernimiento más reflexionado, contrastado y madurado. Actualmente experimentamos en España un acontecimiento ante el que no se hace necesaria una especial distancia ni temporal ni espacial para darle la trascendencia que posee. Es estar en presencia de un presidente del gobierno que tras ser derrotado en las urnas - la primera vez que sucede desde 1978- , y en dos elecciones en apenas dos meses (28M y 23 J), no ha tenido ningún límite a su ambición de poder, pactando su investidura y su gobierno con una persona huida de la Justicia española para no ser juzgada y condenada como lo fueron otros colegas suyos corresponsables de un golpe de Estado contra el fundamento mismo de la Constitución. Como bien ha señalado la presidenta de la mayoritaria Asociación mayoritaria de Fiscales de España «esa fotografía es la entrega del Estado de Derecho».
Es inaudito que un político evadido de la justicia española contra el que el Juez instructor del Tribunal Supremo ha expedido varias OEDE’s, sea cumplimentado en el extranjero por el Presidente del Gobierno para rendirle la pleitesía debida para poder seguir en la Moncloa. El pago a esa ignominia es nuestra autoestima nacional, la reputación internacional y la demolición del Estado de derecho. A medida que transcurra el tiempo habrá ocasión de confirmar la enorme infamia cometida por Sánchez con la aquiescencia de los miembros de «su» partido que, cual silentes estómagos agradecidos, se ponen en pie convertidos en entusiastas palmeros de tal hazaña, a la que se atreven a calificar como «progresista». Las siglas PSOE fueron amnistiadas en la Transición -gracias a Felipe González y la voluntad de reconciliación constitucional- de su golpe de Estado revolucionario de 1934 contra la misma República y su pucherazo electoral de febrero de 1936, pero no lo serán de esto. Así, es una obligación ética dejarlo grabado en nuestra memoria colectiva e histórica. La verdadera, no la de los palmeros, por supuesto. El PSP, Partido Socialista Popular del profesor Tierno Galván, fue absorbido por el PSOE. Ahora éste se ha transformado en el PSP, el «Partido Sanchista Progresista».
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