Los puntos sobre las íes
Yo quiero ser un delincuente como Griñán
Llama poderosamente la atención la diferencia de trato entre nuestro protagonista y, por ejemplo, Zaplana, que pasó nueve meses encerrado tras ser trasplantado de médula
Pocos casos resumen mejor que el de José Antonio Griñán el tercermundismo real de una democracia, la española, que se las da de requeteposmoderna, faro de las libertades y quintaesencia de la separación de poderes. Cuando te han condenado a seis años por autorizar el saqueo de 679 millones con los ERE, lo normal es que acabes en la cárcel. Muy en la cárcel. Y eso que seis años se antojan un regalo del cielo o más bien del averno teniendo en cuenta la salvajada sustraída. ¿Cuántos colegios y cuántos hospitales se pueden construir con este potosí? Como primera providencia es menester recordar nuevamente que Gürtel, que se saldó con condenas de hasta 51 años de cárcel, caso de Francisco Correa, supuso el robo de 20 veces menos fondos públicos que los ERE. Tampoco está de más recalcar que este saqueo es, desde el punto de vista cuantitativo, el segundo mayor de la historia de Europa tras esos campeones que son los imbatibles Pujol, cuyo botín alcanza los 3.000 millones. Más allá de los agravios comparativos, hay una cuestión que llama tanto más la atención: el asqueroso indulto encubierto otorgado esta semana a ese envarado personaje que es «el tal Griñán», como se le llamaba en los 90 cuando fue ministro de Trabajo.
Hay que recordar que la Audiencia de Sevilla se ha opuesto sistemáticamente a la suspensión de la ejecución de la pena sobre la base de que puede ser atendido en prisión del supuesto cáncer que padece. Digo «supuesto», y digo bien, porque el tumor prostático se le detectó casualmente cuando le dieron 10 días para entrar en la cárcel. A Agustín Barberá, ex consejero socialista al que cayeron siete años en la misma causa, se le ha obligado a ingresar en el penal del Puerto de Santa María pese a que sufre un cáncer calificado de «incurable» por los forenses. La misma filosofía ha presidido la actuación de la Audiencia con Griñán hasta que llegó una Fiscalía que no ha parado hasta conseguir que se le dispense trato vip. ¿De quién depende la Fiscalía? Ya nos lo aclaró Sánchez en esa matonil entrevista con un acongojado periodista de Radio Nacional. El ministerio privado, que no público, de Sánchez ha obrado el milagro de que se otorgue al malversador ex presidente de la Junta una prebenda que permitirá aplazar su llegada al hotel rejas al menos durante cinco años. Teniendo en cuenta que tiene 77, cabe colegir que no cumplirá su sanción jamás y que acabará riéndose de lo gilipollas que somos el resto de los ciudadanos. Llama poderosamente la atención la diferencia de trato entre nuestro protagonista y, por ejemplo, Zaplana, que pasó nueve meses encerrado tras ser trasplantado de médula, o Manuel Prado, al que ni su septuagenaria edad ni su enfermedad terminal libraron de cumplir condena. Lo de Griñán suena a segunda parte del escándalo Bolinaga, ese hijo de perra secuestrador de Ortega Lara que fue puesto en libertad porque le quedaban «tres semanas de vida» y vivió tres años más. Urge reformular el artículo 14 de la Constitución y dejarlo de la siguiente manera: «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social... salvo que sea político y del PSOE, etarra o ex president de la Generalitat». Jordi Pujol es otro que tal baila. Yo de mayor quiero robar como si no hubiera un mañana y que me hagan un Griñán. Si no hay punitivismo ni igualdad ante la ley, la democracia es purita filfa.
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